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Tras la primera semana de compartir algo de tiempo con Elinor —si sentarse a su lado todos los días a dibujar cada uno por su lado y emitir de vez en cuando algunas frases sueltas cuenta—, Noah comenzó a darse cuenta de algo que nunca había notado...

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Tras la primera semana de compartir algo de tiempo con Elinor —si sentarse a su lado todos los días a dibujar cada uno por su lado y emitir de vez en cuando algunas frases sueltas cuenta—, Noah comenzó a darse cuenta de algo que nunca había notado, a pesar del tiempo que había pasado observando a la joven.

Tal vez era un detalle sin mucha importancia, pero para el muchacho, cualquier mínima singularidad de la princesa era llamativa y digna de su atención e investigación.

Para que pueda comprenderse esta singularidad, debe aclararse algo: no es algo extraño que la mayoría de los niños traten a sus maestras de mamá, incluso hay algunos que, por error, la llaman así de vez en cuando.

Es algo por completo entendible, de jóvenes uno llega a encariñarse con más fácilidad de las personas, y esto aumenta con una a la que ves todos los días. Además, ellas usualmente tratan con mucho cariño a sus pequeños alumnos, lo que ayuda a que su amor por ellas crezca.

Noah estaba consciente de esto. Incluso él mismo se había sorprendido en más de una ocasión llamando a la maestra con un "mami".

Pero Elinor no. Eso fue lo que llamó su atención. Nunca la escuchó llamar mamá a la maestra, ni tampoco la vio tratándola de la misma manera que los demás. De forma... cariñosa.

La trataba de igual forma en que trataba al resto de sus compañeros. Con falsas sonrisas y fingida normalidad. Sin relacionarse demasiado.

Había una vez [#Wattys2018] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora