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Al final, lo menos pensado ocurrió; lo último en su lista se hizo realidad y él aún no podía explicarse cómo fue que llegaron a eso

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Al final, lo menos pensado ocurrió; lo último en su lista se hizo realidad y él aún no podía explicarse cómo fue que llegaron a eso.

Elinor le habló. Y no habló de cualquier forma: ella se sinceró con él. No fue una conversación desinteresada, sino que le dijo todo lo que sentía y necesitaba expresar. Como si encontrara en Noah a alguien con quien contar lo suficiente como para depositar su entera confianza.

Todo se supo, y para eso al final no tuvo que recurrir a otros medios más complejos, solo esperar a que la joven se decidiera a acercarse a él y en un tono confidencial responder, sin ser consciente de ello, a las dudas que acompañan al muchacho desde el momento en que la conoció.

Ocurrió un día cualquiera en el salón escolar, justo donde habían hablado por primera vez como desconocidos y ahora se confesaban cosas que nadie más sabía y eran importantes para ellos.

Fue un instante en el que el mundo pareció detenerse y cederles un tiempo para que lo hicieran suyo.

Hablaron de la madre de Elinor, el cómo había fallecido debido a una extraña enfermedad que la persiguió por muchos años, lo mucho que le costó acostumbrarse a su ausencia, que siempre la iba a extrañar; el cambio que significó en su vida y también en la de su padre, cómo cambió él luego de su muerte... y finalmente ahí le confesó lo aprisionada que se sentía en su propia vida.

Su padre se había vuelto muy sobreprotector con ella y, de alguna forma, eso hacía que sus días fueran monótonos, pues estaba enfrascada en la rutina de ir del colegio a su casa y de su casa al colegio, así todos los días, sin poder hacer nada más. Ni asistir a cumpleaños, salir a tomar un helado, pasear por el parque o reunirse con alguien después de clases. Nada. Era un agobiante ciclo sin fin.

Tal como Blanca Nieves, ella se encontraba dentro de una caja de cristal. Apartada del mundo, viendo todo desde dentro de lo que la mantenía protegida. Pero, al contrario que en la historia, ella no había sido hechizada por una malvada bruja. Ella, de hecho, estaba siendo protegida por el rey mismo.

Luego de ese día revelador, Noah saludó a sus padres por la noche al igual que siempre, pensando en lo agradecido que era por tenerlos, y se fue a acostar, aún procesando toda la información adquirida e ideando un posible plan a futuro para liberar a la princesa ya no custodiada por un dragón. Sino por un rey con motivos incomprensibles para él en ese entonces.

Había una vez [#Wattys2018] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora