-¿A dónde vamos? -Le pregunté a... ¿Cuál era su nombre? -Oye, ¿cómo te llamabas?
-Te lo dije hace menos de diez minutos -dijo mirándome, incrédulo.
-¿En serio? -Paré de caminar, pero retomé mi caminata, si no era capaz de dejarme atrás. Lo vi suspirar. - ¡No es mi culpa que tenga memoria a corto plazo!
-¡No le robes el puesto a Dory! -Me gritó enojado. Lo miré sorprendida. ¡Por fin alguien que le guste Disney! Además de la pequeña Julia, obvio. Carraspeó. -De todos modos, me llamo Jack.
Vale, Lola. Acuérdate como si fuera Jack Sparrow.
Espárragos. Lo tengo.
-Oye, ¿te molesta si te digo espárragos? -Justo cuando estaba a punto de decirme algo, cerró la boca y negó con la cabeza, como lamentándose. -De todas formas, te diré espárragos.
Después de varios minutos en silencio, ya me estaba empezando a aburrir.
-No me has dicho a donde vamos. -Corrí hacia una banca para descansar. No sé cuantas millas habremos caminado.
-No caminamos tanto -dijo, sentándose junto a mí. -Ya te dije a donde íbamos. -Me miró mal.
-No, no me dijiste. -Le recriminé.
-¡Claro que sí!
-¡Nunca me dijiste, maldito espárrago!
-Ay, el amor... -Miré a una anciana pasar con su... ¿marido? -Te acuerdas Juan cuando eramos así de jóvenes, y tú solías hacerm... -
-Ya ya, Moria, no aquí en la calle. -
¿Moria? Más bien momia.
Está bien, no sé que problema tengo con las ancianas.
Los vimos irse riendo.
-Continuemos -dijo, mientras se levantaba y comenzaba a caminar, nuevamente.
-¿Cuánto falta? Mis pobres piernas debiluchas no pueden más.
No parecía ni que estuviera caminando, más bien me arrastraba por el suelo.
-Ya camina bien, me haces pasar vergüenza. -Susurró.
Lo dice solo porque nos está observando la mayoría de la gente.
-¡Pero cuánto falta! -Grité.
-¡Ya estamos aquí! ¿¡Bien!?
Creo que lo alteré.
Esta situación me provocó una carcajada tan alta, que el mismo espárragos se asustó. Pero... esta misma escena, me hizo acordar a Connor.
Genial, y de la nada ya estaba melancólica.
Seguro me viene.
-¿Estás bien, Lola? -Apoyó su mano sobre mi hombro, y me miró preocupado.
-No...
-Ven, vamos adentro. -Cruzamos una puerta de vidrio, y luego, nos subimos a un elevador. Nos bajamos en el sexto piso.
Después de entrar en su apartamento, me llevó hasta el sofá, donde me recosté. No daba más, tanto física como emocionalmente.
-¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Té?
-Tráeme una manta y una almohada. -Asintió. -¡Ah! y hazme un café. -Me miró entrecerrando los ojos. Me reí.
-Era solo una cosa, tampoco soy tu sirvienta. -Y la pobre verdura, se fue a hacer lo que le pedí.
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Los Hijos de la MAFIA II
Roman pour Adolescents"Luego de perder a su hermano y con su novio en coma, Lola ya no sabe que hacer. Recibe mensajes de un desconocido y no sabe si confiar en ellos... "-Tu hermano está vivo. -¿Quién eres y cómo diablos sabes eso?" Lola tendrá que averig...