TRES

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Como era costumbre en aquellas concentraciones ilegales el sitio estaba lleno de gente y música a todo volumen. Muchos jóvenes estaban alcoholizados y apostaban más de lo que podían pagar.

Los corredores presumían sus mejoras: Nuevos motores, suspensiones, neúmaticos adaptados o tuneados exagerados.

Aquellas reuniones se realizaban casi cada fin de semana a las afueras de la ciudad. A veces se escogía un terreno plano y otras ondulado, dependiendo de la dificultad situaban la competición en una zona con curvas.

— ¡Syaoran! —Un chico bajito y de cabellera rosada apareció entre la multitud. Llevaba con él unas llaves y su cara estaba ruborizada. Sus labios eran gruesos y adornaban su tierna sonrisa.

— Mochi, ¿Qué ocurre?

— Agust me ha pedido que te devolviera las llaves de la moto. Dice que todo está en perfecto estado.

— Genial, gracias. —Tomó las llaves dispuesto a retirarse pero el muchacho lo detuvo sujetándolo por el brazo.

— Espera. Hei tiene que hacer una revisión a su moto. Y Monie ha dicho que los jefes quieren hablar contigo, deberías pasarte por su van.

— Lo haré. Gracias, Mochi. —El adorable chicó sonrió, hinchando sus mofletes y salió corriendo, desapareciendo entre el gentío del mismo modo en que había llegado.

Jackson buscó a su compañero entre la multitud y sus ojos se cruzaron con aquel curioso jovencito.

Lo había visto varias veces antes, pero nunca había tenido la oportunidad de hablarle. El muchacho se distinguía fácilmente entre toda aquella muchedumbre. Sus apariencias de niño bueno y su cara de cachorrito asustado no encajaban con el ambiente inadecuado de rebeldía e ilegalidad. ¿Qué hacía allí alguien como él? Jackson conocía a todos allí, ¿Porqué entonces no era capaz de identificar a aquel niño?

Unos robustos brazos rodearon a Jackson por los hombros y una voz grave y áspera le habló.

— Vaya, ¡Pero si te estaba buscando! ¿Qué cosas, no? Uno menos, ahora nos falta Hei.

— Me han dicho que tú y G-Dragon queríais decirme algo.

— Así es. —Jackson observó el brillo en los ojos de T.O.P y supo que algo estaba ocurriendo. Los jefes no acostumbraban a hablar con nadie. Ellos sólo decidían dónde y cuándo se realizaban las carreras. No mantenían amistad con casi ninguno de los asistentes y era obvio que si continuaban en ese sucio mundo era por el dinero que ello comportaba - No pongas esa cara. Es una buena noticia, todos saldremos ganando.

— ¿Qué es una buena noticia? —Jaebum apareció a su lado con su cabello rosado revuelto y un casco reluciente en la mano. Había estado corriendo.

— Has estado probando la pista, ¿Hei? —inquirió T.O.P sin responder a su pregunta.

— No. La conozco lo suficiente. He ido a buscar a alguien. ¿Cuáles son ésas buenas noticias? —Insistió.

— Todo a su tiempo, no tengas prisas. Venid. —El mayor guió a los amigos entre la gente y ésta se giraba para mirar a aquel curioso trío. Jackson, o como allí se le conocía: Syaoran, era el mejor corredor de la zona. No había muchos como él. En otras ciudades estaban ubicados los rivales que podían igualar sus habilidades pero no habían enfrentamientos entre corredores de distintas localidades hasta las grandes carreras. Las cantidades de dinero que movían aquellas competiciones eran descomunales y normalmente los ganadores eran los mismos. Todo estaba calculado por los jefes.

G-Dragon y T.O.P eran quienes tenían el control de Seúl e Incheon. Normalmente sus carreras no estaban pactadas, pero cuando sus participantes coincidían con los de otras ciudades todo se acordaba para que ambas partes salieran beneficiadas.

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