UNO

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¿Aquel sueño había sido un recordatorio? Las gotas de sudor recorrían el rostro de Jinyoung y su pulso estaba alterado.

Ese era el efecto que recientemente causaba Youngjae en él. Sólo era un sueño, pero aun así sus nervios se acrecentaban cada momento que se encontraba cerca del menor.

Recordó la manera en la que su amigo trató de tranquilizarlo momentos antes de realizar la audición. Su mente no estaba allí, con él, sino perdida en sus recuerdos más remotos.

***

La delicada sonrisa que le brindaba Youngjae le recordó a aquella que esbozó cuando él mismo le rechazó años atrás. La diferencia era que ésta era una sonrisa honesta, tranquilizadora y aquella había sido una de condescendencia.

Era invierno en Corea. Ambos chicos volvían de una de sus salidas por la ciudad. Pequeños y delicados copos de nieve caían del nublado cielo de Seúl, creando lentamente una blanca capa que eventualmente cubriría la ciudad, ofreciendo un melancólico y triste paisaje.

Los amigos hablaban animadamente, gesticulando mientras se sonreían mutuamente. Llegaron a un patio trasero, donde sólo unos pocos edificios y plantas esparcidas por el lugar serían testigos de lo que allí sucedería.

Youngjae se detuvo entonces, con sus manitas unidas nerviosamente empezó a tartamudear aquello que quería decirle a su mejor amigo:

— Hyung, este ha sido un gran día, me lo he pasado realmente bien. Sin embargo... Hay algo que necesito decirle...

— Hey, pequeño. Qué ocurre? —El moreno se giró para enfrentar a su compañero.

— Como usted bien sabe, hace mucho que nos conocemos, y le tengo mucho aprecio... —Jinyoung rió ante la tierna inocencia de su compañero, a lo que éste lo miró frunciendo el ceño. Su naricita estaba rosada así como sus frías mejillas. Pequeñas y delicadas nubecitas de vapor surgían de sus labios cuando hablaba— ¡No se ría! Lo que quiero decirle es muy importante para mí, y me ha costado mucho decidirme a contárselo.

El mayor levantó las manos demostrando inocencia y sonrió a Youngjae, quien prosiguió temeroso.

— Yo... Usted significa mucho para mí, y siempre me ha ayudado. Es mi mejor amigo, quien ha estado junto a mí y me ha hecho reír de felicidad y llorar de alegría. También ha limpiado mis lágrimas cuando estaba triste y curado mis heridas cuando estaba lastimado. No es sólo por eso por lo que mi estima por usted es tan grande pero... —El muchacho hizo una pausa antes de continuar— Me he dado cuenta de que esos sentimientos han cambiado, no son los mismos que eran en un principio...

>> Creí que quizás estaba confundiendo mi admiración por usted con otro sentimiento, pero tengo muy claro que no es así —toda la burla se había esfumado del rostro de Jinyoung y la seriedad había invadido sus ojos—. No quiero que esta confesión cambie nuestra relación, ni que deje de verme igual. Estoy contándole todo esto porque llevo mucho tiempo conteniéndome y creo que la única manera de por fin tranquilizarme es manifestar todo el revoltijo de emociones que reprimo. —Los ojos del más joven viajaban del suelo a la cara de Jinyoung, con completa inquietud.

— No te preocupes... Sólo dilo —El muchacho estaba comenzando a tensarse, temía que lo que iba a decir su amigo fuera una declaración amorosa y éstas siempre estropean las amistades. Ahora que había encontrado alguien en quién confiar, a quién amar honestamente... No podía arruinarse así.

— No encuentro otra manera de llamar a este sentimiento excepto amor. Amor es lo que siento por usted. Le quiero. —Nuevamente se detuvo. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que Jinyoung debía aceptar o rechazar su confesión, verdad?

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