CINCO

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La mañana había pasado lenta y tediosa para Jinyoung. La tensión que había entre su compañero y él era obvia. Para comenzar, ni Youngjae ni Bam le acompañaron hasta la agencia como cada día hacían, y cuando, una vez dentro, se acercó a éstos, la incomodidad se hizo presente.

Bam, risueño como él era, trató de relajar el ambiente con alguna que otra broma pero era evidente que tampoco quiso forzar la situación pues acabó por desistir. Youngjae, por su parte, no era una persona que acostumbrara a molestarse por lo que únicamente se mantuvo callado, corroborando las suposiciones de Jinyoung acerca de su incomodidad. Finalmente optó por retirarse con alguna excusa, ya que Jaebum se les había unido de una manera muy descarada, adhiriéndose a sus amigos y tratando de ocupar su lugar.

Caminó por los pasillos concentrado en sus pensamientos y alguien que se encontraba igual de distraído chocó con él. Al contrario se le cayó la billetera y todas las monedas salieron rodando. Jinyoung se agachó para recoger el dinero y apreció que el joven estaba hablando por teléfono.

— Disculpa. Lo siento, iba con prisas y no te he visto.

— No te preocupes, yo tampoco iba muy atento, perdona. ¿Estás bien?

— Sí, gracias. ¿Tú?

— Estoy bien gracias —indicó con una sonrisa que se le borró al instante, probablemente al oír aquello que la persona al otro lado de la línea decía—. Escucha, Bebé, te llamaré luego, ¿De acuerdo? No, no estoy con ella, estoy estudiando. No tengo tiempo para esto ahora. Hasta luego. —El chico suspiró y se irguió al colgar la llamada.

— Tu novia parecía preocupada. —Comentó Jinyoung al entregarle las monedas.

— No es mi novia, es... Bueno, dejémoslo en novia, sí. Y créeme, preocupación es lo último que debe de sentir —se mordió el labio nervioso y contó las monedas, frunciendo el ceño—. Oye, faltan casi siete mil won.

— ¿Qué? ¿En serio? —Jinyoung miró a su alrededor, buscando el dinero faltante— Pero yo no he visto caer ningún billete.

— Sólo eran monedas. —Dijo el muchacho rascándose la nuca.

— ¿Que qué? —exclamó exagerando la pregunta frunciendo sus labios— ¿Cómo alguien lleva siete mil won en monedas?

— Eran monedas de quinientos... Tampoco es para tanto. Y tenemos que encontrarlas, eran mi desayuno.

— Creo que han caído debajo de las máquinas. No hay modo de sacarlas —el joven castaño se quedó mirando las expendedoras, como si tratara de moverlas con la mente—. Pero puesto que se te han caído por mi culpa, pagaré por tu desayuno.

— No es necesario, tranquilo. Tampoco me voy a morir de hambre —bromeó.

— Insisto.

***

— Entonces Jinyoung, ¿Cierto? —Dijo el castaño mientras le apuntaba con la misma mano que sostenía un batido, el cual se llevó a la boca justo después de hablar.

— Sí, no es tan difícil.

— Lo sé, sólo quería asegurarme de que lo había aprendido bien. —El teléfono móvil del muchacho comenzó a sonar y Jinyoung alzó una ceja.

— Quizá deberías responder, antes también te han llamado. —Indicó.

— Sí... Disculpa, será sólo un momento —el chico hizo ademán de levantarse al descolgar la llamada y entonces la voz de la chica que estaba al otro lado se oyó, gritando el nombre de éste enojada—. Bebé, no hace falta que... Sí, estaba ocupado. ¿Quieres, por favor...? Escucha, cuando te tranquilices hablamos, ¿Sí? Ahora voy a colgar, y si vuelves a llamar que sea para hablar, no para gritarme —y con esta última sentencia dio por finalizada la llamada–. Perdona, siento que hayas tenido que presenciar eso...

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