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Miré mi reflejo en el espejo, y aun me costaba acostumbrarme a lo que veía en él. ¿Qué demonios me había hecho Carisa en la cara? Estaba a punto de desmayarme, literalmente.
—Yo creo que no te gusta—dijo Carisa haciendo puchero, sin despegar su mirada de mi rostro.
Thom se rió, mientras yo seguía en shock, sin dejar de ver mi reflejo en el espejo. Sabía que aceptar que Carisa me maquillé, y me arreglé el pelo toda una tarde era una mala idea, pero quería ser amable con ella, así que no me pude negar. Debí haberle hecho caso a Thom cuando me dijo que tenga cuidado cuando su hermana se emociona.
—Soy…rubia. —dije pasando mis manos por mi cabello. Seguía sin parecer real.
—De hecho, no, solo le di un poco de iluminación y le bajé un poco al tono, era demasiado oscuro. Ahora es lo que se puede decir un castaño perfecto. —saltó emocionada en su mismo sitio.
Miré horrorizada a Thom, quien solo me dio una mirada de lastima. Apenas podía reconocer mi rostro. Mis ojos tenían delineador, y kilos y kilos de mascara de pestañas, con unas recientes colocadas pestañas postizas. Mis labios estaban pintados de una rosa, que tenía que admitir que era lo único que me gustaba.
—Te voy a dar un minuto, para que asimiles lo hermosa que estas—dijo Carisa, antes de sonreír y dirigirse a su habitación.
Me levanté de la silla, sin quitar mis pupilas del espejo aun. Sí, iba a necesitar más que minutos para aceptar esto. Estaba tan acostumbrada a mi cabello oscuro, que esto era una cambio radical para mí.
—Si lo pones así, —Thom se acercó a mí, cruzó mi cabello y lo atravesó al otro lado—se ve mucho mejor para ti—dijo sin poder evitar reírse.
—Voy a entrar en crisis.
—Tranquila, te sigues viendo igual de hermosa—dijo acercando su cuerpo al mío, y rodeándome con sus brazos—y molesta, pequeña, irritante, enojona…
Le di un golpe en brazo, riéndome.
Era genial tener una persona como Thom alrededor tuyo, siempre está dispuesto a poder sacarte una sonrisa, y a pesar de que tú no estés dispuesto, te obliga. Agradecía que Jordan me haya obligado a ir a la universidad ese día, porque no sé qué sería de mí, de mi vida en este momento, si no lo tuviera conmigo, apoyándome.
— ¿Terminaste el proyecto de redacción?—preguntó, cuando nos soltamos y se estiraba.
—Aun no.
— ¿Quieres ayuda? ¿Qué estas planeando escribir?
—No entiendo para que hacemos esto realmente, estoy estudiando periodismo. Como sea, ya que me quieres ayudar, creo que haré una canción.
— ¿La cual cantaras para mí?—preguntó.
—Por supuesto que no. —negué automáticamente.
—Vamos a conseguir un poco de inspiración en la azotea de la inspiración.
Thom llamaba “Azotea de la inspiración” a la azotea del edificio. Cuando quería escribir algo, según él, iba ahí y podía conseguir cualquier cosa.
Thom inclinó su cuerpo y dijo
—Vamos, súbete. —dijo, haciendo un movimiento con su cabeza.
Me reí y lo alcancé, me sostuve de su cuello y logré subirme en su espalda. Thom subió corriendo las escaleras, hacia su “azotea de la inspiración”.
Nick.
—Esto es basura—se quejó por milésima vez Theresa, cuando bajamos del autobús de la universidad. —Verdadera basura. Son el mejor equipo de futbol, y no han podido ni siquiera pagarles pasajes de avión, o un hotel para alojarse.