Capítulo 5

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-Me comentan que te lo pasaste bien la otra noche en la cena, ¿no? -Isco le miró con una sonrisa pícara.

Los dos estaban solos en el vestuario porque habían sido los últimos en llegar al entrenamiento, el último antes del partido de vuelta de la supercopa, y el resto de sus compañeros habían salido ya al campo.

Theo se dio un golpe en la frente. Evidentemente había sido mucho pedir que Ana no se lo contase ni siquiera a Isco, porque eran una de esas parejas incapaces de guardarse nada, pero había tenido esperanza.

-Pero hombre no me pongas esa cara -el malagueño soltó una carcajada-. ¿Tan mal te fue que te arrepientes?

No. Claro que no se arrepentía. Lo había pensado mucho -desde entonces apenas había podido pensar en otra cosa-, lo había revivido en su cabeza mil veces y se había maldecido a sí mismo al menos el doble: por perder el control de esa manera, por no haber podido encararla y haberse ido sin respuestas... una pequeña parte de él incluso se había sentido mal por Adriana. Pero aun así era Paula, y no podía arrepentirse.

-Más te gustaría que te fueran las cosas como a mí -masculló mientras se ponía la camiseta.

Isco se echó a reír.

-Tío pues entonces por lo menos cuenta.

-¿A ti no te han enseñado que no se habla de esas cosas?

El otro le miró con una ceja enarcada, como diciéndole que no colaba, y Theo se encogió de hombros, sonriendo, y se marchó hacia el campo.

Sabía que no iba a ser tan fácil dar largas a Isco, porque era un cotilla y uno muy insistente, pero por el momento se había librado, que era lo importante. En realidad no le hubiera importado contárselo todo si hubiera pasado con Adriana, como seguramente Isco creía, o incluso con cualquier otra. Pero no con Paula. Las cosas en general eran demasiado complicadas con ella y tenían una larga historia detrás como para ir explicándolo. Además de que sería imposible explicar todo lo que le despertaba esa mujer que para él era como la luz para las polillas, porque ni siquiera Theo lo comprendía.

Al menos, por algún motivo que no entendía, porque quizá tendría que ser al revés, desde que había estado con ella se sentía mejor. Seguía sin poder quitársela de la cabeza -y empezaba a renunciar a intentarlo-, pero al menos ya no le invadía esa mezcla de rabia y frustración de la que solo había podido librarse pasando horas y horas en el gimnasio hasta que no le quedaba ni una gota de energía en el cuerpo.

En general los ánimos de la plantilla estaban altos de cara al partido: llevaban la ventaja y encima jugaban en casa. Un clásico nunca era fácil, pero todos se veían con posibilidades de ganar el segundo título de la temporada y el ambiente durante el entrenamiento iba acorde.

Theo se estaba riendo de una de las muchas tonterías que había dicho Ceballos y apenas prestó atención cuando un par de personas llegaron al campo. Pensó que sería alguien de los servicios técnicos o incluso de la directiva, que se habían pasado a ver cómo iban las cosas de cara a la final. Por eso casi se le para el corazón cuando, al pasar cerca, vio a Paula saludando a Zidane con una enorme sonrisa, y tuvo que hacer un esfuerzo para seguir corriendo al mismo ritmo.

¿Qué coño pintaba Paula en Valdebebas? Porque evidentemente no era una alucinación, sus compañeros también la habían visto... y bien que se notaba por sus comentarios.

-Yo la daba y no la hora -resumió Lucas Vázquez.

-Tú calla que estás ahí ahí con Judith -espetó Carvajal.

-Tú lo has dicho, ahí ahí...

-Qué pringado tío.

-¿Cuánto si consigo que se venga a cenar conmigo? -Añadió Marcos Llorente: cuando uno de ellos conseguía una cita que parecía 'difícil' los demás pagaban la cena.

Verte volver || Theo Hernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora