Capítulo 2

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Theo le dio muchas vueltas al consejo de Ramos, aunque al final el resultado fue el mismo: no hizo nada. Y es que solo con pensar en volver a mirar a Paula a los ojos y enfrentarla al fin el corazón se le subía a la garganta. Quizá buscarla y pedir una explicación sería lo más sensato, quizá le ayudaría a cerrar una herida que llevaba demasiado tiempo abierta y sobre la que acababan de echar sal. Quizá, pero la cordura nunca le había sentado bien a Paula. Con ella uno y uno rara vez sumaban dos, y la línea recta en lugar de ser la distancia más corta te llevaba a estrellarte contra un muro. Prefería las curvas, a ser posible a toda velocidad.
Su única posibilidad, la mejor solución, era olvidarla; todo lo demás llevaba al caos.

Viajar a Skopje con el equipo le ayudó, porque apartó todo lo demás de su mente y luego se vio sumido en la euforia colectiva de empezar la temporada ganando la Supercopa de Europa. Su primer título con su nuevo equipo.

Sin embargo, en cierto modo, volver a Madrid fue como volver a ella, fue volver a darle vueltas a las mismas cosas y volver a tener que esforzarse. Fue volver a las horas extra de gimnasio para descargar una rabia que no entendía de dónde venía.

El deporte era una de las pocas cosas que siempre le ayudaban a despejarse. Eso y estar con su familia. Por esto, cuando su madre había propuesto pasar un día todos juntos 'como siempre' había dicho que sí casi antes de que terminara de hablar. Y también por esto las horas se le pasaron volando y cuando quiso darse cuenta ya estaba anocheciendo.

Ahora conducía tranquilamente, con la mente puesta en las cosas que tenía que hacer esa semana y pensando en que tendría que comprarle un regalo a Violette. De fondo, la radio con una emisora musical que solía gustarle.

Y entonces empezó a sonar esa canción, la canción que ella siempre tarareaba cuando había tenido un día gris o mientras preparaba café, con sus caderas moviéndose suavemente al mismo ritmo. En ese momento Paula volvió a inundarlo todo, y la paz se terminó.

No iremos donde vaya mucha gente,
no iremos a los bares de moda,,
empañaremos el cristal del coche,
iremos como siempre a nuestra bola.

Déjate, convencer,
que descalzos nuestros pies
siempre se llevaron bien.

Apagó la radio de un manotazo, pero era demasiado tarde. Un impulso se apoderó de Theo, que comprobó rápidamente la hora: eran las diez menos cuarto pasadas, perfecto. Dio un brusco volantazo para coger una calle que ya casi se había pasado y volvió a recorrer un camino que todavía se sabía de memoria. Había quedado con Adriana para cenar, pero ya se inventaría algo. En ese momento la verdad era que le daba igual.

Su destino era la sede de uno de los despachos de arquitectos más reconocidos de Madrid. Paula había terminado la carrera en junio, pero había destacado desde primero e impresionó tanto a las personas adecuadas que ese mismo año le ofrecieron empezar a trabajar a tiempo parcial con ellos mientras estudiaba. Ella aceptó sin dudarlo, y Theo sabía mejor que nadie lo en serio que se lo había tomado, porque él había estado con ella. Él la había hecho reír cuando se agobiaba. Él le había preparado café cuando la noche anterior solo había podido dormir tres horas por terminar algún proyecto. Él había esperado todos los jueves a que dieran las diez en la puerta de aquel edificio, porque ese era el día en que visitaba todas las obras y luego se quedaba hasta tarde trabajando en todos los detalles que necesitaban pulirse.

Por supuesto, no sabía si seguía haciendo lo mismo, pero tenía un presentimiento.

No tuvo problema en aparcar casi a la puerta -no era una zona concurrida por la noche-, y luego simplemente esperó.

Paula salió unos minutos depués, y solo el hecho de verla hizo que algo se removiera en su interior, aunque no quiso analizarlo y simplemente la observó.

Seguía siendo la misma, sí, después de todo no había pasado tanto tiempo, pero también había cambiado. Estaba un poco más morena, seguramente porque era verano, y llevaba el pelo bastante más corto, dos o tres dedos por debajo de los hombros cuando antes le llegaba  casi a la cintura. Además no podía estar seguro con esa luz, pero tenía la sensación de que se lo había aclarado un poco... y había algo más, algo en su figura más tonificada y en el modo de andar. Eran cambios sutiles, pero él se la sabía de memoria.

Estaba completamente sola, pero se quedó allí parada, punteando el suelo con impaciencia, con lo que Theo supuso que esperaba a alguien. De vez en cuando miraba hacia los lados, pero no lo hacía con miedo o inseguriad, sino que su expresión era de curiosidad mezclada con algo más que ni siquiera él pudo descifrar.

Poco después un hombre llegó junto a ella, probablemente el mismo con el que iba el otro día porque la saludó con un pico, la cogió por la cintura y dijo algo que la hizo sonreír. No se había fijado mucho en él, pero ahora lo hizo: no era feo, pero parecía terriblemente normal. Soso. Y aun así era el hombre que estaba con Paula.

Algo que era una mezcla de rabia y frustración lo invadió, y decidió que ya había visto de sobra, así que arrancó a toda pastilla. Con un poco de suerte no llegaría demasiado tarde y podría contarle algo convincente a Adriana. Ella también podría ayudarle a olvidar, aunque fuera un rato.

***

Mientras tanto Karina, a la que él todavía llamaba Paula, se dejaba guiar por David, que le estaba contando algo a lo que no había prestado atención desde el principio, así que se limitaba a sonreír mientras no dejaba de darle vueltas a una de las muchas pulseras que llevaba, una de tela, la única que nunca se quitaba. No entendía bien qué la pasaba, pero de repente una sensación familiar se había instalado en su estómago y un cierto nerviosismo en su pecho. Volvió a mirar atrás una vez más, pero nada. Todo estaba como siempre, tranquilo, desierto. Sin rastro de... nadie.

Suspiró y procuró prestar atención a su novio... o al menos disimular mejor que su mente estaba perdida en recuerdos que parecían más lejanos de lo que realmente eran.

Espero que os guste, muchísimas gracias por leer y por comentar ❤️

Verte volver || Theo Hernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora