Capítulo 11

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Marcos y Theo no volvieron a hablar de Paula Karina, aunque los dos pensaron mucho en ella. Especialmente Theo. El francés no era capaz de quitársela de la cabeza, aunque ya no la recordaba como los primeros días, de manera amarga y con rabia.

Ahora revivía los detalles sin importancia, como el tacto de sus muslos y el timbre de su risa cuando la besaba el vientre después de hacer el amor. El modo en que enrollaba las piernas a su alrededor cuando quería provocarle (cosa que siempre conseguía), la manera en que gemía cuando le mordía el cuello y cómo suspiraba al sentir sus manos en la cintura.

Sin embargo, la impotencia seguía ahí, porque no dejaba de pensar en Paula pero, al mismo tiempo, era incapaz de hacer nada, ni siquiera de decirle a Marcos Llorente que era suya.

Él no era así. Él actuaba, se mojaba, se arriesgaba, vivía. Precisamente por eso siempre se habían entendido tan bien.

¿Y entonces?

Podría intentar decirse muchas cosas a sí mismo. Entonces el pasado, entonces Adriana, entonces el futuro... Pero la pura realidad es que era gilipollas.

Le costó hasta el viernes llegar a esa conclusión tan simple.

Ese día todo el equipo tenía que estar en el Bernabéu a las siete de la tarde para una sesión de fotos publicitarias del estadio y para grabar varios vídeos que se emitirían en un programa especial de Real Madrid TV.

Lo típico. Fue incluso divertido; como para no serlo teniendo a Ceballos delante de una cámara -salieron casi más tomas falsas que "buenas".

Acababan de hacerse una última foto de grupo y ya se iban cuando Isco le señaló a dos figuras que estaban por la grada, probablemente buscando la iluminación ideal: Paula y una fotógrafa, no necesitó ni un instante para reconocerla.

Llevaba una falda negra con camisa blanca, un look un poco de ejecutiva que le ponía muchísimo. Casi sin querer, la vista se le fue a sus piernas, y ahí todo dejó de tener sentido.

Paula andaba pisando fuerte, a sabiendas de que podía tener el mundo a sus pies con solo una sonrisa ladeada y una caída de pestañas en el momento justo.

Era el tipo de mujer que se ponía el mundo por montera y que sabía que podía cerrar tantas bocas como dejaba abiertas. Era el tipo de mujer que no se olvida nunca, y él era imbécil por intentarlo siquiera: porque era la crónica de un fracaso anunciado y porque, además, le convertía en un tipo de persona a la que despreciaba. Una persona que no se arriesgaba por el miedo.

Él no era así.

Casualidad o no, en ese momento sus miradas se cruzaron y y Paula enarcó una ceja, no sin cierto desdén, antes de devolver su atención a la fotógrafa.

Theo se dio cuenta entonces de que no podía ni quería perderla otra vez. No iba a hacerlo.

Marcos iba unos cuantos pasos por delante de él, y también la estaba mirando. Iba a ir a saludarla, estaba seguro, pero antes Theo le alcanzó y le agarró del brazo.

-Cuando quieras te juro que te presento a sus amigas, pero esa es mi Paula.

Marcos se lo tomó bien, cosa que le honraba, y puso cara de "mucho has tardado".

-Tío, antes de dejar que tú me busques novia me descargo Tinder -replicó.

Era un buen amigo. Se dieron un breve abrazo espontáneo y luego Theo se encaminó hacia donde estaba Paula mientras el rubio seguía su camino.

Acababan de tomar la última foto y estaban comentando algo cuando el francés se acercó a ellas con la seguridad de quien sabe que se está metiendo directamente en la boca del lobo. Las saludó a ambas, pero sus ojos estaban clavados en los de Paula, que ni siquiera parpadeaba.

Verte volver || Theo Hernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora