4.

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El menor había pasado cortas horas observando cada detalle del edificio. Dentro de él, seguía pensando en su compañero, además de socio, Jung HoSeok, tan guapo a su parecer.

[...]

HoSeok

— Ya llegué. — El mayor habló en tono contento al poder estar ya en casa. Dejó su maletín en el sillón individual, para así darse cuenta que aún no distinguía algún tipo de ruido o sonido proveniente de aquél lugar. — ¿¡Holaaa!? — Esbozó pequeñas risitas al escuchar éstas mismas provenientes de una sola persona.

El mayor caminó sigilosamente, muy despacio y sin hacer ruido alguno. Sus pies se dirigían a su habitación. Al llegar, abrió la puerta con algo de rapidez.
Oh sí, ta tan!
Al pronunciar aquellas palabras, caminó un poco, para poder tomar entre sus brazos a la menor que se encontraba escondida detrás de las cortinas; al tenerla empezó con una ronda de cosquillas, solamente para tener el deleite de escucharla reírse.

— ¡Basta papi! — Habló la menor, con voz entrecortada por los movimientos cosquillosos que hacía su padre en su pequeño cuerpo.

Oh mi pequeña, mi linda Young.

El mayor soltó a la menor con delicadeza, dejando a está de pie en el suelo.

— Tardaste mucho papi, el almuerzo que preparó mami está delicioso.

— Pequeña glotona, ¿cómo sabes eso? — Siempre sabía que su pequeña le daba una probada a cada comida que realizaba su amada esposa.

— Ugh, solo un poquititoo. — Hizo una pequeña mueca intentando convencer a su padre que no la regañe.

No eran regaños en sí, solo pequeñas cositas como comer las verduras, cosa que a la menor, no le agradaba.

— Ya sabes las condiciones. — El mayor habló en tono retador, mientras caminaba hacía la puerta. – Peroo, si llegas primero al baño y te lavas las manos, te dejaré comer un poco de dulces este fin de semana. —

Al escuchar aquellas palabras, la menor salió con toda velocidad hacía el baño, mientras que el pelinegro aprovechaba en poder ver a su amada, encontrándola en la cocina, sirviendo de la comida.
Aquél la abrazo por la cintura, apoyando su mentón sobre la clavícula de esta.

— Huele bien, amor. — El mayor alcanzó a olfatear aquélla comida preparada, ya casi servida. Con el deseo de ya saborearla en su boca.

Su amada, al sentirlo, se giró rápidamente para tener entre sus delicadas manos, las mejillas del más alto. Siendo sencilla y rápida, dejó un corto beso sobre los delgados labios que tenía en frente. — Hola a ti también. —

Deseo sexual | hopevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora