Al día siguiente en la noche me encontraba en la sala recostada en uno de los sofá comiendo helado de chocolate directamente del bote mientras leía por enésima vez El principito, no importaba cuantos años pasaran yo amaba ese libro. Mi indumentaria consistía en una camisa muy vieja y lo suficientemente grande para llegar a tapar mis glúteos que, de lo estirada que estaba, caía dejándome al descubierto un hombro y un short, mi cabello estaba recogido y unas medias cubrían mis pies, llevaba mi mejor traje de indigente, comodidad absoluta para leer antes de dormir. Terminé el libro como siempre con lágrimas en mis ojos pero con el corazón lleno de la magia que desprende esta historia. Fui a la cocina, lavé la cucharilla, tomé un vaso de agua y me dispuse a subir a mi cuarto para dormir.
El sonido de la puerta al ser abierta llamó mi atención y observe a Sebastian entrar. Cuando notó mi presencia se paró en seco, sus ojos escudriñaron mi cuerpo, pasando por mis piernas desnudas, subiendo a mis pechos, mi hombro descubierto, ahi donde sus ojos se posaban mi piel se achinaba y al llegar a los míos noté sus pupilas dilatas y lujuria saliendo de él. Caminó como un felino en plena caza sin despegar sus ojos de mi. Los nervios invadieron mi cuerpo y un conocido estremecimiento me recorrió entera, di instintivamente un paso hacía atrás pero ya estaba prácticamente sobre mi. Su más de metro ochenta me intimidó como siempre, me llegó su olor a perfume, menta y alcohol y cerré los ojos suspirando, yo era un manojo de nervios. Lo sentí inspirar profundo cerca de mi sien y depositar un beso cerca de mi oído mientras murmuraba con voz ronca.
- Hueles delicioso- su voz llegó directo a mi bajo vientre y la excitación se apoderó de mi. Chupó y mordió el lóbulo de mi oreja y no pude evitar el gemido que salió de mi boca, yo me sentí desfallecer. ¡Mierda!, a penas me había tocado y me tenía expectante y deseosa. "Por Dios, deja de jugar y hazme tuya"- dijo la regalada vocesita en mi cabeza y por primera vez estuve de acuerdo con ella. Sus besos fueron trazando un camino húmedo hasta la comisura de mi boca, lo que me hizo abrir mis labios, una de sus manos me tomó por la nuca, la otra se posó en mi cintura y el tan esperado contacto se dio, sus labios se movían frenéticos sobre los míos, duros, demandantes y yo trate de llevar su ritmo entregándome a ese beso, dejando que su lengua entrara y me explorara, uniéndose a la mía en una danza, yo suspiraba y gemía, tomé su labio inferior y lo mordi de forma un poco ruda ante lo que él gruño y su mano pasó de mi cintura a mi guleto, aparentando masajeando y pegandome completamente a su cuerpo.
Su dura erección golpeó contra mi estómago y gemi mientras sentía la humedad entre mis piernas crecer y me ponía de puntillas rodeando su cuello con mis brazos, lo sentí levantarme con sus fuertes brazos y rodee su cuerpo con mis piernas instintivamente.
No me fijé en que momento nos movimos pero mi espalda estaba ya pegada contra la pared y sus labios bajaban por mi cuello chupando y besando hasta mi hombro mientras una de sus manos masajeaba mi pecho.
-Hace tanto que soñaba con tenerte asi. Me estaba matando-, susurro cerca de mi oido. Mi respiración era errática igual que la él, sentí su mano escurrirse dentro mi camisa y acariciar la piel desnuda de mi estómago e ir subiendo hasta posarse en uno de mis senos.
Y en ese momento sucedió, el sonido de unos pasos y la puerta principal abrirse nos hicieron separarnos rápidamente. Ambos estábamos agitados, sonrojados. Yo fui la primera en reaccionar y corrí escaleras arriba mientras Sergio nos miraba anonadado.
Entré al baño y el reflejo que me devolvió el espejo era un poema. Mechones de mi cabello habían escapado y me hacían lucir salvaje, ojos vidriosos y dilatados, rubor en mi cara y cuello, mis labios estaban rojos e hinchados, los toque inconsistemente y cerré los ojos. ¡Joder!, ¿en que mierda estaba pensando? Sí me gustaba, me encantaba, me volvía loca, me descolocaba completamente pero no podía dejar que él usara eso para tenerme una noche y luego dejarme así. Me eché agua en la cara y tomé un baño de agua fría para despejarme. No podía caer en eso, él estaba con la rubia oxigenada y yo no me iba a meter ahí, además tampoco sabía que quería exactamente de mi, así que debía hablar con él y tomar distancia, alejarme antes de hacer algo de lo quizás me iba a arrependir después, de lo que sabía que podía salir lastimada.
-*-
Al otro día en la mañana bajé a la cocina y me encontré con Sergio. Esperaba algún comentario de su parte por lo sucedido con su hermano la noche anterior pero él actuaba como si nada hubiese pasado y yo no quise sacar a colación el tema. Después de desayunar él me dejó en la universidad y se fue. El temido examen de matemáticas sería ese día, al ver la hoja frente a mi me costó bastante sacar de mi cabeza a Sebastian y todo lo sucedido para tratar de concentrarme en lo que debía hacer.
Ese día en la noche yo bajaba las escaleras en busca de un libro que habia dejado en la sala. A Sebastian no lo habia visto pero esperaba la menor oportunidad para aclarar las cosas con él.
Tome el libro e iba de regreso ya cuando los vi salir, eran Nina y él, parecian muy concentrados en una intensa discusion, quizás ni me habían notado. De repente Nina se le acercó y lo beso y esa imagen fue suficiente para hacerme reaccionar y salir de ahí. ¿En que estaba pensando cuando lo dejé besarme y tocarme de esa manera?, -"En realidad, no estabas pensando. ¿Pero quién podría culparte?, semejante hombre no da espacio para ningún pensamiento."- El tenia novia y la imagen de hoy me lo había recordado bien.
A partir de ese día lo evité como la peste, aunque algunas ocasiones él intento acercarse a mi, no podía involucrarme así, no podía dejar que él jugara conmigo.
-*-
La semana llegaba a su fin todos estaban con humor de viernes, o sea planeando salidas y fiestas para esos dos días. Iba caminando sola por el pasillo pues lo chicos ya estaban en la cafetería y yo había ido al baño cuando sentí unas manos tapar mis ojos y al alguien preguntar.
- ¿Quien soy?- me eché a reír al instante reconociendo la voz de Diego y su perfume característicos impregnado en sus mano, era un olor varonil pero suave, de esos que relajaban.
- Diego, si me haces caer te mataré.- Dije deteniendome y dándole un manotazo en un brazo, tras lo que escuché una carcajada de su parte.
- ¿Que harás más tarde guapa?,- preguntó caminado junto a mi.
- No sé, Diana tiene planes con Adrián y Lisa irá a su casa este fin de semana a ver su papá que no está muy bien así que probablemente me quedé acostada viendo series hasta morir del aburrimiento.- dije sonriendole.
- No puedo permitir que una hermosa chica pase un viernes en la noche tan infame, me niego princesa,- dijo haciéndome ojitos ante lo que solté una carcajada.
- ¿Que tienes pensado?,- pregunté algo renuente.
- Es una sorpresa hermosa, tu sólo debes estar lista a las 7pm, pasaré por ti.- dejó un beso en mi mejilla y se alejó rápidamente sin permitirme refutar nada, así que sólo seguí mi camino en busca de las chicas.
-*-
Al llegar a casa a penar eran las 4pm. Tiré el bolso, me quité los zapatos y me acosté con el teléfono en la mano. Llamé a mamá y a Gabriela, vi el último capítulo que había salido de una serie de vampiros que estaba viendo y cuando dieron un cuarto para las 6 me fui a arreglar.
No sabía a donde iríamos así que decidí optar por unos botines cerrados negros con un poco de tacón, un jean ajustado al cuerpo, una camisa con estampados de colores y una chaqueta negra. Solté mi cabello, usé un maquillaje básico y me eché un poco de perfume.
A las 7 en punto escuché el claxon y salí.
- Wow, no pensé que era posible que te vieras más hermosa.- me dijo Diego haciendome sonrojar, mientras yo subía al puesto de copitolo y él depositaba un beso en mi mejilla.
- Gracias- le sonrei.- Entonces, ¿a dónde iremos?
- Ya te dije que es un sorpresa, no seas impaciente.- respondió poniendo en marcha el carro.
Habían pasado cerca de 20 minutos desde que salimos de casa y cada vez veía que nos alejábamos más y más del centro de la ciudad.
- ¿Esta es la parte que me confiesas que esto realmente es un secuestro y tu eres traficante de órganos?- le pregunté con tono juguetón.
Él no volteo a verme ni respondió. Frunci el ceño, -¿Diego?, lo llamé pero no volteaba a verme y en respuesta aceleró más el carro. Un escalofrío me recorrió me recorrió.
- Diego, no es gracioso.- él hizo rugir más el motor y cuando volteó a verme un gesto macabro estaba dibujando su cara, nada quedaba de su sonrisa cálida y ojos chispeantes. Me encogi en mi lugar y sentí el color abandonar mi rostro mientras yo pensaba si esto podía ser real, si de verdad me estaba pasando.
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VIVIENDO CON MIS "PRIMOS"
Short Story" - Mila- rodé los ojos ante el apodo y su costumbre de llamarme así frente a todo el mundo,- pensé que tendría que ir a despertarte- dijo mi madre- ven a saludar. Con pasos lentos pero decididos caminé hasta ellos. El primero en levantarse y ofrec...