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  Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de "todas lassangres". No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamosdentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias yculturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirmeheredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas deNazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museosdel mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap,Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con susalforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeocristiana,el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castillaque los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con sureciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidadperuana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, esen pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país queno tiene una identidad porque las tiene todas! 

La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desdeluego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieronaquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos ytatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que sequedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica.Porque, al independizarnos de España, hace doscientos años, quienes asumieron elpoder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por losantiguos agravios, siguieron explotándolo con tanta codicia y ferocidad como losconquistadores, y, en algunos países, diezmándolo y exterminándolo. Digámoslo contoda claridad: desde hace dos siglos la emancipación de los indígenas es unaresponsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo unaasignatura pendiente en toda América Latina. No hay una sola excepción a este oprobioy vergüenza.  

Mario Vargas Llosa:  Elogio de la lectura y la ficciónWhere stories live. Discover now