4-. Heridas que sanar

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¿Nunca piensas en eso? ¿En establecerte?

Carol pasó la gasa con alcohol por su pecho y un estremecimiento involuntario se adueñó de él, la mujer lo miró con una expresión que decía cuanto lamentaba lo que estaba sintiendo y lo que vendría, pero el negó con la cabeza.

La vio volver a su tarea con mas cuidado esta vez, limpió la herida y le pidió perdón cuando supo que le ardería como el infierno el roce del alcohol en aquel lugar que aun tenía abierto y sangrante.

Carol no le había preguntado nada, el no le había explicado nada, solo se había ofrecido a curar la herida que comenzaba a sangrar de nuevo.

Podría haberme ido con Tara, podría haberle dicho que la amaba, pero no lo hice porque tenía miedo.

Últimamente las palabras tanto de Abraham como de Denisse se arremolinaban en su cabeza, las recordaba incansablemente y cuando escuchó a Morgan decir que Carol se había ido le habían golpeado como mil bofetadas en la cara.

Tenerla ahí, frente a él era algo que no esperaba, la segunda oportunidad que ni siquiera sabía que añoraba pero ese no era el momento. Carol se había ido, se había alejado de todos presa de sus demonios y cualquier cosa que el pudiera decir cambiaría tantas cosas.

Su miedo irracional a perderla se acrecentó al saber que la había recuperado y la idea de que se encontrara en esa casa, a salvo y fuera del acecho del hombre con el bate era algo que lo tranquilizaba.

Otro estremecimiento se adueño de él pero este no tuvo nada que ver con su herida, sentía las manos de Carol cálidas afirmando la nueva tela y extrañó las mismas cuando abandonaron su piel, la mujer le sonrió por unos segundos como explicando que todo había acabado y él solo pudo asentir.

-¿Quieres algo de comer? -Preguntó mientras se paraba a buscar entre las ollas una que pudiera utilizar.

Claramente sus papilas gustativas le gritaban que dijera que sí y la forma en que su boca se hizo agua era otro indicio de que debía aceptar la invitación de la mujer. Con un enérgico como respuesta observó a la mujer pasar entre los suministros hasta encontrar lo que ocuparía.

Imaginó como serían sus días, los estantes estaban rebosantes de libros y pensó que los leería constantemente, sobre la mesa de café descansaba uno titulado Denim dreams y aún cuando el título no le decía nada vio la pareja deslumbrante de felicidad en un costado como explicándole que trataba de una novela romántica.

Por no primera vez añoró poder verla en su día a día en el lugar, pasar tiempo con ella y aunque sonara tan cursi como una maldita novela romántica sentarse en aquel sillón solo a hacerle compañía mientras daba vuelta página tras página de aquel libro.

Esa fue una estupidez. No ir al frente y dar la cara. Por que ustedes son fuertes e inteligentes… y si no despiertan… y enfrentan sus…

Caryl drabbles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora