Capítulo 5. (Tercera Parte)

16 1 0
                                    

- Pues de que Eric está obsesionado con este juego. -le dice Sam a Joe.

- A ver, ¿cuál es?

- Uno de LEGO, de niños pequeños, como tantos otros. Siempre juega a lo mismo.

- Juego porque me gusta. -Eric se da la vuelta y le saca la lengua a su hermana.

- Terminé de hablar con Carl. Ya podemos irnos a comprar.

- ¿Papá?

- Dime, Sam.

- ¿Puedo dar una vuelta por el Centro en lo que ustedes compran? -pregunta con esos ojos de cachorrito.

Joe duda un poco... Es imposible resistirse a esa carita suplicante.

- Está bien. -cede- Cuando terminemos te llamo y bajas a la entrada del supermercado. ¿De acuerdo?

- ¡De acuerdo! Gracias, papá. -Sam le da un beso a su padre y a su hermano, de los que se aleja en dirección contraria, despidiéndose con la mano.

Bien. Lo ha conseguido. Poner esa "dulce y suplicante" cara funciona siempre. No tenía ganas de pasar las próximas horas con ellos comprando.

Lo primero que ve al bajar las escaleras mecánicas es una tienda de cosmética, se acuerda de que el otro día se le gastó su pintauñas favorito, el de color lila.

Dentro no es como por fuera, el escaparate es muy bonito, es uno de esos que te invita a entrar, pero dentro, la cosa cambia. Es una tienda pequeña y todo está mal colocado. Va a ser una misión imposible buscar la estantería con los pintauñas. Aunque, por lo menos, las cosas son bastante baratas... El único punto a favor de la tienda.

Ahí está, el de color lila. Sam abre el bolso para sacar el dinero. "¡Oh, no! Me he olvidado la cartera en casa". Maldiciéndose a sí misma por ser tan despistada, sale de la pequeña tienda, pero su torpeza la hace chocar contra alguien. "Vaya, esto de tropezar con las personas se está convirtiendo en una costumbre", piensa.

- ¿Es que tú no miras por dónde caminas? -se queja la otra persona, alzando la voz.

Sam la mira, es una chica, alta, rubia, con el pelo bastante largo y liso. Sus ojos de un verde brillante, seguramente por motivo de unas lentillas, la miran con maldad y con cierta superficialidad.

- Perdona, no volverá a suceder. -se disculpa.

- Eso espero. -dice mirándola de arriba abajo- ¡Chicas! Vámonos, no quiero seguir perdiendo el tiempo.

Con estas últimas palabras, la chica rubia y sus dos amigas, o más bien, clones, se alejan de allí con fuertes pisadas, haciendo sonar sus tacones.

Espérame bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora