perdón

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Llegas tarde otra vez, y siento el ardor de la herida en mi pecho, pero no importa, por que te perdoné.

Te sientas en la mesa, y comes a mi lado, sin decir una palabra. Hace mucho que no hablamos, pero no importa, estamos juntos, y somos felices, supongo que esto es mejor a que te vayas, y el rencor vuelva a nuestros corazones, ese rencor que expulse el día que llegaste a mi casa, con los zapatos mojados, y el rostro avergonzado.

Terminas de comer, tus ojos están vacíos, parece que no me ves, pero ahí estoy, esperando que lo hagas. Te levantas de la mesa, y entras a las habitación. ¿por que duele aun? No debería doler.

Entro después de ti, te observo, tienes la taza de café en la mesa de noche, la lámpara prendida y la luz tambien, nunca escuchas cuando te digo que solo prendas una.
La pijama que te dio ella, el pelo despeinado, y el celular en la mano, con la sonrisa que solías tener cuando tenías largas charlas, de esas que te obligan a ver el sol salir.

Agarro una maleta, y guardo toda la ropa que puede entrar, me pongo el abrigo, te miro por última vez, con una enorme sonrisa. Ni siquiera me ves, esos ojos ya no pueden verme, así que salgo, dejo todo atras, y me pongo a lamer la herida que dejaste.

A veces el perdón no cura las heridas, a veces sólo hace que duela mas.

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