9. Jueves 6 de septiembre del 2018

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Jueves 6 de septiembre del 2018

Nadie ha comido, uno que otro ha dormido y la mayoría estamos cansados, a las 10H00 am Daniel, su doctor aparece. Nos explica un sin número de procesos que tuvo que realizar para estabilizarla, pero sinceramente no le estoy prestando atención. Yo solo deseaba verla.

- ¿Puedo pasar a verla? Tenía que estar a su lado, no solo por ella, sino por mí. Necesitaba verla sonreír y que me dijera así fuese mentira, que... Estaba bien.

- Si, si pueden verla, pero...

El rostro de Daniel lucía descompuesto, él estaba enamorado de Celeste y al ponerme en el lugar de él, al salvar a la persona que amas ha de ser difícil.

- ¿Pero? Pregunté ya inquieto.

- Celeste desea que pasen en un orden, y los primeros que quería ver son sus compañeros de Universidad

¿Cómo desea verlos a ellos y no a mi o a sus padres primeros? El cólera me carcomía pero decidí no protestar, ya después le armaría una escenita de celos para hacerla sonreír

Minutos después salieron sus compañeros, la mayoría con los ojos hinchados, como si hubiesen llorado hasta quedarse sin lágrimas.

Las siguientes en pasar fueron sus amigas de colegio que tras media hora salieron igual o peor que sus compañeros universitarios, y así trascurría el tiempo, gente entraba y salía llorando de la habitación, Diana su mejor amiga no tenía consuelo alguno, nadie le preguntaba por miedo a empeorarla, y yo no lo hacía por temor a terminar peor que ella.

Prosiguió su padre, que al verlo salir todos los que estábamos al pendiente, nos afligimos. Nos quebró ver a Don David envuelto en un aura de tristeza consumido totalmente. Continuó Doña Virginia y yo solo me preguntaba en qué momento me tocaría a mí, ya solo faltábamos Fernando y yo, seguro y ya me tocaba ser el último.

La mamá de Celeste era fuerte lo supe al verla salir de la habitación tranquila, con dolor y tristeza en su rostro, pero calmada. Veinte minutos después Fernando terminaba de estar con Celeste y se fue sin despedirse de nadie, él era así. No iba a llorar en frente de nadie.

- Stalin es tu turno me comunicó el afligido doctor.

Me levanté de mi asiento, sentía que en cualquier momento me estrellaría con el suelo ya que las piernas me tambaleaban, quería vomitar de los nervios y la preocupación, pero estaba ansioso, quería verla.

No, necesitaba verla

Giré la perilla, entré sigilosamente y la encontré mirándome fijamente. Estaba tranquila, como hace mucho tiempo no la había visto.

- Hola mi amor. Saludó y sonrió de lado.- Vamos guapo no vayas a empezar con "Por qué me haces pasar de último, o ellos son más importantes que yo" su voz aguda imitando mi voz y el darme cuenta que me conoce perfectamente hace que suelte una carcajada y eso me hace verla feliz. Cuando rio ella es feliz, y viceversa.

Palmea su camilla dándome a entender que desea que me pose a su lado, me abre espacio y me recuesto en su cuerpo. Mi oído escucha claramente sus latidos pausados, acaricia mi cabello, mi respiración se sincroniza con la de ella y ese momento me parece perfecto.

- ¿Por qué nos hiciste pasar en ese orden? Pregunté intrigado.

- Porque... Mi amor por favor escúchame sin interrumpirme. – Yo asentí – La crisis que tuve días atrás estuvo a punto de quitarme la vida, y mientras me llevaban en la ambulancia, sabía que mi tiempo se estaba agotando, pero me dolía porque sabía que aún me faltaban muchas cosas por decir, hacer o expresar a las personas que amo. Así que mientras te observaba pedía por la oportunidad de tener un momento más a lado de ustedes para poder decirles lo que me faltaba expresarles. Y esa oportunidad es hoy, he decidido despedirme de todos de la forma correcta, he confesado sentimientos y he llorado por la falta que me harán donde quiera que Dios decida enviarme, y a la última persona que he deseado ver antes de marcharme es a ti, por eso has sido el último en entrar a esta habitación, y aunque me hubiese gustado hacerte el amor una vez más, caminar por la playa e ir a nuestro lugar donde nos hicimos muchas propuesta, ver una película juntos o comer tu postre favorito, aunque me hubiese gustado darle un final diferente a esto, no pude; no puedo. Por eso estoy disfrutando el acariciarte el cabello y el sentirte cerquita de mí, quise evitarte todo este dolor, quise alejarte de mi muchas veces y aún así no te fuiste. No te merecías esto, no te merecí, no debiste pasar por este sufrimiento mi amor terco. Pero cariño mío por eso ahora te pido disculpas por los días tormentosos que pasaste a mi lado, por las lágrimas que he causado, por no entregarte más días los cuales disfrutar, siento mucho no poder cumplir las promesas que juré hacerte, lamento no ser quien esté en primera fila aplaudiendo cuando te estés graduando como un gran ingeniero, discúlpame por no ser la madre del niño que en algún momento deseamos tener, sigo pidiendo perdón por ya no poder llevarte de la mano, ni cocinar tu comida favorita, perdón porque ya no tendremos más noches para ir a bailar, mi cielo ya no podremos dormir hasta la una de la tarde e ir a comer fuera porque nos dio pereza cocinar, ya no habrá más mensajes cursis que hagan acelerar nuestros corazones, perdón, perdón mi amor porque ya no podré abrazarte cuando peor estés, porque no podré decirte que todo estaría bien cuando te sientas sofocado, porque no podré hacerte compañía cuando te sientas solo, y te seguiré pidiendo perdón por dejarte cuando has hecho de todo por mantenerte a mi lado. Pero dejando las disculpas aún lado quiero también agradecerte, empezando por los primeros mensajes, por las primeras sonrisas en los cuales supe que te quería en mi vida para siempre, gracias por convertirte en mi mejor amigo, mi confidente, compañero, niñero, payaso, papá. Gracias por la paciencia, los detalles, las carcajadas sin fin, los momentos a tu lado, las caricias dadas, los abrazos fuertes, las lágrimas juntos, gracias por sujetar siempre fuerte mi mano, por acunar mi rostro en las tuyas, por esos besos en la frente, en el cachete, en los labios, gracias por cocinarme cuando me ganó la vagancia, gracias por llevarme siempre mis berrinches, gracias por el respeto, la compañía y la compresión, gracias por enseñarme amar, por las discusiones y las reconciliaciones, gracias por escuchar mis músicas que no te gustan, por intentar leer cuando no te gusta, por las canciones dedicadas, por las palabras bonitas, por los apodos cariñosos, y los planes a futuro, gracias por tu paciencia, tu dedicación y esfuerzo, gracias por todo lo que has hecho por mi desde que decidiste entrar a mi vida lanzando la llave al abismo para no salir nunca, gracias por estos años juntos, por cuidarme, protegerme, amarme y jamás irte. Ahora te tocará aprender a vivir sin mí y por el amor que me has demostrado sé que te hará difícil, dolerá, te haré falta, porque soy el amor de dos años de tu vida, aquellos que pasamos juntos. Pero tendrás más años y más amores, mucho mejores que yo, mucho más sanos y felices que yo. Así que no le cierres la puerta en las narices al amor, no me olvides pero sé feliz con mi recuerdo. Esfuérzate, sé el mejor en lo que haces. Lo lograrás confió en que lo hagas, no me defraudes, vive, ama, goza, llora, pero nunca te rindas. Si el cielo existe y voy a él pediré por visitarte en sueños cuando más afligido estés, no será siempre espero no lo sea. Te amo mi amor, ayer, hoy, mañana y siempre.

Cada una de las palabras dichas por Celeste me las he guardado, con pausa, y contando cada lágrima que derramaba mientras me hablaba, contando cada latido y respiración mientras hipeaba por el llanto, las puedo recitar una y otra vez tal y cual me las dijo porque le presté toda la atención que alguien puede poner en algo, con cada oración que pronunció mi pecho dolía, mi cabeza daba vueltas, las lágrimas se me hacían interminables pero la escuchaba, no podía reprochar porque aunque me doliera estaba aceptando este final, no quería, no lo deseaba pero lo aceptaba.

Ese día lloramos, reímos y recordamos desde nuestro primer beso a nuestra primera discusión, desde los primeros celos a la primera vez que sujetó mi mano, a las 23H47 pm tras nuestro último beso falleció. Los doctores entraron con ganas de revivirla, pero ya se había ido, esa noche para siempre. 

Una vida más a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora