Sábado 1 de julio del 2017
Días atrás hubo un partido nacional de los equipos de los cuales Celeste y yo no congeniamos, se enfrentaron y decidimos apostar. Si yo ganaba ella debía pagarme una perforación y si ella ganaba yo debía cocinarle dos meses. Es un tanto ociosa de vez en cuando y su vagancia de cocinar es más grande, pero como estaba seguro que iba a ganar no me preocupaba, yo igual ya estaba contando con mi perforación.
En la actualidad es sábado, Celeste me patea para que me levante de la cama porque ya tiene hambre y si, su equipo ganó, al parecer ahora seré chef profesional con dos meses cocinándole sin descanso.
Todo iba bien en nuestro fin de semana, terminé de cocinarle, serví, comimos y hablamos mientras disfrutábamos nuestra comida, de repente Celeste hice una mueca de desagrado, pensé que no le había gustado la comida, me estaba comenzando a sentir culpable; Colocó su cabeza al filo de la mesa con la mirada al suelo, la levanta llevándose una mano a su boca evitando un posible vómito.
.- ¿Te encuentras bien amor? Pregunté preocupado
Alzó la mirada buscando la mía y como pudo me sonrió.
.- Si mi amor, solo que si como mucho me dan ganas de devolver la comida, cosas que pasan ya sabes.
De las facciones que más me gustan de mi novia es su sonrisa, pero me hace odiarla cuando la utiliza sintiéndose mal. Ella aún no sabe que se le está permitido a mi lado llorar.
Cada día que pasa la siento más agotada, más apagada. Cada día me duele más y no sé qué hacer, aunque igual nada podrá mejorarla. Su carácter no es el de siempre, sus enojos son más continuos, su mal humor es tan presente a cada instante, sus fuerzas van decayendo y siento que la estoy perdiendo.
Me siento desesperado pero no se lo demuestro, cada noche me derrumbo como seguramente lo hace ella pero cada quien en su habitación.
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Una vida más a su lado
RomanceHay que saber diferenciar entre la realidad y los sueños. Por que a veces soñar no es tan bueno.