Miércoles 5 de septiembre del 2018
Celeste es sacada de su casa llevada directamente a la clínica para ser atendida, su respiración disminuye a cada segundo, mas no su agarre de mi mano, voy con ella en la ambulancia, está consiente; sabe todo lo que está sucediendo y seguramente se percata del miedo que me aterroriza de imaginarme que la estoy perdiendo, fija sus ojos brillosos en los míos y aún con el respirador pude darme cuenta de ese intento de sonrisa que quiso brindarme.
Las puertas principales de la clínica se abren y Celeste es llevada a urgencia, pasan tres, cuatro, cinco y he perdido la cuenta de cuantas horas han trascurrido desde que mi novia fue internada y no nos han dado respuesta.
Observo el lugar y la gente que está pendiente de la salud de mi chica. Don David su padre, está sentado con los brazos cruzados, los ojos cerrados y la cabeza recostada al respaldar del asiento, apartado, afligido como la mayoría de los que estamos aquí. Doña Virginia reposa su frente acunándola en sus manos, vaya que la estará pasando mal, Celeste y ella tienen una relación muy estrecha, única, de cómplices, amigas, confidentes. Al final del pasillo su hermano Fernando está recostado a una columna con la mirada perdida, él aparte de ser su hermano se consideran mejores amigos, son los hermanos más unidos que he podido conocer.
Más personas en la sala como Diana su mejor amiga y otros compañeros del colegio y universidad se encuentran también a la espera de noticias de la salud de mi novia, pero ya es de noche y no hay respuesta, y fue internada a las 8 am.
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Una vida más a su lado
RomanceHay que saber diferenciar entre la realidad y los sueños. Por que a veces soñar no es tan bueno.