Capítulo 7

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Foz de Iguazú

Domingo, 29 de julio de 2007

Daniela

Las calles de la ciudad resplandecían bajo los cálidos rayos solares del mediodía, pero nada comparado con la inmaculada belleza que desprendía Victoria al sonreír. Pude pedirle que almorzáramos en el hotel, seguro no se hubiese molestado, sin embargo, mi corazón quería pasar todo el tiempo posible al lado de ella. Recorrer de arriba abajo todo Brasil, memorizar cada uno de sus gestos y la melodiosa voz que posee.

Quizás me estoy haciendo daño a mí misma, ya que ella está completamente prohibida para algo más que una bonita y sincera amistad. Ni siquiera cuando conocí a Arantxa hace ya tanto tiempo - y todavía era casi una chiquilla de 20 años – experimenté este emocionado saltar de mi corazón cada vez que de casualidad nuestras manos se rozan o cruzamos una pequeña y tímida mirada.

Esta situación de tenerla tan cerca e imposible de tocar a la vez, ¡me enoja muchísimo!

Cualquiera pensaría que puedo elegir a la chica que desee, después de todo, mi trabajo implica que sea muy conocida por todo el mundo. Pero jamás he conocido a ninguna mujer que despierte los mejores sentimientos en mí, como lo ha hecho Victoria en estos cortos días. Me muero de deseo por tocarla con lentitud, recorrer cada centímetro de su cuerpo y besarla hasta que mis pesadillas desaparezcan gracias a su amor.

Claro que solo estoy idealizando ese amor. Es un bonito sueño y no me cuesta nada imaginarlo, solo el despertar es doloroso. Ella nunca renunciaría a su vida hecha por una chica que trató de suicidarse.

- Un real por tus pensamientos. – murmura Victoria, y me rescata del melancólico trance en el que estuve inmersa sin darme cuenta.

- En realidad, no es nada emocionante como para que valga tanto. – Exclamo con aire bromista.

- Entonces, ¿te podría preguntar lo mismo que me hiciste responder en el avión?

- Claro – contesto un poco confusa y trato de recordar la pregunta.

- ¿Esa expresión es porque dejaste a tu novio en Portugal?

Escucharla me descoloca por completo. De verdad, ¿Victoria no sabe nada de mi vida como Dj? Creí que le daría un poco de curiosidad navegar por Internet sobre mí desde que mi papá le dio este "trabajo" en sus vacaciones.

Dudé por unos interminables segundos, los cuales los sentí como días, hasta que mi nerviosismo pudo más y terminé por desviar la mirada de sus ojos sexys ojos, ahora resguardados tras esos lentes de sol.

Podría mentirle: tengo un enamorado que me espera en Lisboa y bla, bla, bla... de esa manera el inicio de este viaje no se tornaría incómodo.

Es miedo lo que en este momento recorre por mis venas. Si le digo que me gustan las mujeres y empieza a hilar la forma en que la he estado mirando y tratando desde nuestro encuentro en Sao Paulo, su reacción no sería para menos que un rechazo total.

- Dani, disculpa si te he preguntado algo demasiado personal. – Mientras terminaba de hablar su mano ya había cruzado la mesa y tomado la mía. - ¿Están pasando por una situación difícil?

Recién al sentir su tacto subí la mirada y me encontré con el reflejo inexpresivo de mi rostro en sus lentes oscuros, cualquiera se preocuparía si me viera en estos momentos con los ojos sombríos y los labios fruncidos.

- Pues... - <<Vamos díselo, mejor son tres segundos de espera que una vida de dudas>> habla mi conciencia – Como decirlo.

- Tengo unos años más, quizás te puedo ayudar con algún consejo de parejas. – Trata de darme confianza y sus dedos presionan a la palma de mi mano.

Déjame ser tu JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora