Río de Janeiro
Domingo, 5 de agosto de 2007
Victoria
El cielo nocturno de la madrugada seguía siendo iluminado por los incesantes relámpagos seguidos por el estruendoso ruido del trueno y el susurro de la lluvia al impactar contra las ventanas, pero ni el capricho tormentoso de la naturaleza será suficiente para romper la quietud en que estoy sumergida al lado de la mujer que amo.
Deberían ser la dos de la mañana, quizás las 3, el tiempo no interesa desde que su beso detuvo mi vida por un instante, provocando que latiera con el dulce frenesí con el que tanto había soñado. No me he atrevido a soltarla, ni deseo hacerlo jamás, su tibia piel desnuda se saluda con la mía cada vez respiramos envueltas en una calmada y profunda respiración. Estoy aterrada, no por lo que sucedió, sino por lo que vendrá. Pero al menos por este día, intentaré olvidarlo todo.
Acaricio su pecho con mi rostro y me acomodo para poder escuchar su corazón. Es lento, pausado y tierno su latir; tal cual el mismo ritmo que tuvimos al hacer el amor hace unas horas. Hago círculos con mis pulgares alrededor de sus costillas y le saco una sonora risita, la cual me hace levantar el rostro hacia arriba.
Nuestros ojos se encuentran y se besan en una romántica mirada de matices grises y verdes. Sonrío al notar la felicidad que emana de sus facciones perfectamente delineadas como el de una princesa dueña de mi corazón.
Siempre la había necesitado y no lo sabía. Tenía que suceder todo esto para darme cuenta que en este mundo hay alguien hecho perfectamente para ti. Una única persona con la que puedes encajar imperfectamente, pero en el intento de ser perfectas es donde nacerá el amor más profundo que podrás experimentar.
Con el torso de su mano me acarició la mejilla, cerré los ojos, mientras mis labios se curvaban en una eterna y amorosa sonrisa. Nunca imaginé que podría experimentar una felicidad que rebasa todas mis expectativas y hasta me causa temor de que tenerla a mi lado sea completamente necesario. Si la perdiera, no podría vivir.
Y como si Daniela lo hubiese adivinado, tomó con cuidado mi cara y la llevó hacia la suya. Aproveché para enredar mis dedos entre su despeinada melena rubia a la vez que ella suspiraba pegada a mis labios.
Si los besos de antes me habían causado una tormenta de emociones y sensaciones en mi interior, el de ahora hizo explotar mi corazón: Un beso delicioso, inolvidable para las dos, ya que nuestros labios se buscaban entre sí y se perdían en la inmensidad de la pasión que cada una desataba en la otra.
Sus besos tienen algo que jamás he vivido. ¿Quizás magia?, o simplemente el ingrediente que tanto he anhelado descubrir en una persona: amor.
La escuché suspirar en medio del beso y un relámpago de satisfacción me recorrió todo el cuerpo hasta hacerlo trizas. No soy la única que está sintiendo toda esta tormenta de experiencias nuevas, ella también lo está haciendo bajo mis cariño, besos y amor.
Dani despegó sus dedos de mis mejillas y se separó con lentitud, casi disfrutando de ese efímero momento, antes de regalarme un pequeño besito en la punta de la nariz y provocar que me ría como una adolescente que acaba de descubrir el amor de su vida.
- Hola. – Murmuró. – Me alegra que todo lo que estoy viviendo no es invención de mi mente.
- Esto es real. Soy tu Julieta.
- Mi media ameixa.
- Siií – Susurro emocionada.
Faltaba mucho para que amaneciera, pero a ninguna de las dos nos importa. Podrías pasarnos el resto del día o del año conversando sobre nuestras vidas. Conociéndonos más y enamorándonos por completo.
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Déjame ser tu Julieta
Storie d'amoreVictoria se enamoró del esposo perfecto y tiene el trabajo con el que siempre soñó. En pocas palabras su vida es un camino de rosas. Pero empezará a dudar de ello una vez que se cruce con Daniela, una chica que ve la vida de una forma opuesta a la...