3. Deberías pedirle su número.

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— Maldigo al profesor de Biología. — Ninoska me tenía enferma con sus maldiciones.

— ¡Deja de quejarte! — la tome de los hombros y la sacudí, a ver si así reaccionaba. — ¡Estas como pareja de Chad! — suspire y simule que de mi ojo caía una lagrima. — eres una perra con suerte.

— Y tu una pendeja. — coloco sus ojos en blanco. — Es decir, ¿Desde cuándo estas enamorada de Chad? ¿Más o menos desde el preescolar? — aun podía recordar aquel hermoso niño de brillantes ojos verdes y cabello del color de la miel. ¿Les mencione que me encanta la miel? Estaba columpiándome en el neumático que pendía de un árbol cuando me caí, y un pequeño príncipe acudió a mi rescate. Fue amor a primera vista, y en mi pequeña mente infantil, su cabello me recordó a los ricos panqueques llenos de miel que había desayunado aquella mañana. Anoten chicos, si desean gustarle a las chicas, hagan que su aspecto les recuerde comidas deliciosas. — ¡Dios, Francia, tienes 15 años! — su exclamación me saco de mi ensoñación, y mis mejillas se tornaron rosadas debido a la vergüenza.

— Al menos no te toco con Paris. — al recordar su malévola sonrisa mi delgado cuerpo se estremeció. — Él me asusta. — Ninoska suspiro y otra vez coloco sus ojos en blanco.

— Estas exagerando, Paris es buen chico, recuerda que es nuevo, solo le hace falta amigos— la observe con desconfianza.

— Lo que quieres es saber porque es tan darks. — soltó una fuerte carcajada.

— Me conoces muy bien, querida mía. — me sonrió, y se inclino de manera que su escote se veía con mayor claridad, Ninoska siempre tuvo un gran cuerpo, pero luego de haber obtenido su pase libre a la etapa rebelde, se esforzaba por exponerlo más. — Sabes que soy muy curiosa. — ya podía ver la cara de un gato en donde debería estar la de ella.

Imaginación de Francia.

Gato curioso (Ninoska): El hechicero oscuro ha de tener un montón de secretos, ¡Vayamos a descubrirlos! — grito el gato curioso. — Eres su prisionera, tú me ayudaras.

Princesa Francia: ¡Él me asusta! — exclamó, pero el gato no le prestó atención, y la arrastro consigo a su alocada expedición.

Fin.

— Deberías pedirle su número. — concentre mi mirada en ella y levante una ceja. — No me veas así, es tu pareja de biología, ese ensayo vale la mitad de la nota, no es a la ligera.

— ¿No podrías pedírselo tú por mi? — le pregunte colocando mi mejor cara de niña linda. — ¿Por favooooooor? — suplique.

— No Francia, debes hacer las cosas por ti misma. — mire la determinación en su rostro y suspire, cuando algo se le metía en la cabeza, nada se lo sacaba. — Iremos a su trabajo y le pedirás su número. — la mire confundida.

— ¿Cómo sabes donde trabaja?

— Ya sabes lo curiosa que soy. — nuevamente en su rostro apareció la cara de aquel maldito gato.

¿En serio te llamas Francia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora