13. Con el Gato y el León.

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Me separe de los labios de Paris más roja que nunca, mirando al suelo. Ese beso había sido tan perfecto, que por un momento dude si en verdad era real.

No podía creer que yo en serio acababa de besar a Paris, esas gomitas debían de tener algo, en serio, porque yo nunca pensé que podría tener el valor suficiente para hacer algo así.

— Guao... Francia...— él estaba teniendo dificultades para decir algo, igual que yo, ¿Por qué después de un beso siempre viene silencio?

Mientras miraba únicamente al suelo en el que estábamos sentados, podía sentir la mirada de Paris en mi, y ahora mismo me preguntaba ¿Y ahora que, Francia? El valor que me había infundado hace solo unos momentos se había esfumado completamente, como cuando comes algo delicioso y acto seguido tienes que lavarte los dientes.

Me levante del suelo, y sin mirar a Paris, comencé a caminar sin rumbo alguno.

— Francia, espera. — escuche a Paris detrás de mí, y me detuve, pero no fui capaz de voltear para mirarlo a la cara. — No sé que estará pasando por tu mente en estos momentos. — ni si quiera yo sé que estoy pensando. — Pero si se lo que pasa por la mía, y es que cuando estoy contigo, soy feliz, Francia, en serio lo soy. Y es un sentimiento delicioso que desde hace mucho tiempo no lograba sentir. — escuche sus pasos acercarse a mí, respire hondo y su mano alcanzo la mía. — Y quiero darte las gracias por eso. — lentamente, hizo que me volteara para poder estar frente a frente, levanto mi cabeza con suavidad y nuestros ojos se encontraron, como el día y la noche.

Y entonces mi teléfono comenzó a sonar. Como si fuese alguien que nos hubiera descubierto haciendo algo indebido, nos separamos con rapidez. Tome el celular y en la pantalla aparecía el nombre de Ninoska junto con la foto que nos habíamos tomado ya hace un buen tiempo, mire a Paris y él se encontraba mirando hacia otro lado. Conteste el celular.

— ¿Dónde estás? — la voz de Ninoska al otro lado de la línea. — Llevo rato buscándote.

— Lo siento. — me disculpe. — Tuvimos un problema y estamos en el estacionamiento.

— ¿Tu en problemas? Eso es raro. — dijo entre risas. — Vale, voy para allá.

Colgué la llamada y Paris también se encontraba hablando por teléfono.

— De acuerdo, aquí te esperamos. — colgó su llamada. —Era Leo, me dijo que venía llegando. — Asentí con la cabeza.

— Yo hablaba con Ninoska, ya viene.

Un silencio algo incomodo nos invadió, y es que luego de eso que me dijo, que gracias a mi había vuelto a ser feliz, me sentía tan avergonzada pero contenta a la vez. Era todo nervios estando con él, quería decirle lo mucho que también me encantaba estar con él, que me hacía sentir cosas que nunca había sentido antes, y que no quería separarme nunca de su lado; pero estaba tan nerviosa que nada salía de mi boca.

— ¡Franciaaaaaa! — llamo Ninoska, ella se acercaba a nosotros a paso de diva con su cabello perfectamente alisado. — ¿Por qué no me habías avisado que estaban aquí? Hubiera llegado directamente. — me reclamo, le di una sonrisa en modo de disculpa y me abrazo. — Más te vale que me cuentes todo con detalles. — me susurro al oído, a lo que yo reí. — Hola, Paris. — saludo luego de separarse de mí.

— Hola. — dijo serio, mi amiga frunció los labios.

— ¿Por qué eres siempre tan serio? — se quejo. — Debes disfrutar más de la vida. — Ninoska sonrió ampliamente y yo golpee mi frente con mi mano.

¿En serio te llamas Francia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora