5. Reunión en París, Francia.

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A veces pienso que mi mejor amiga me odia en secreto.

Okey, tampoco así, estoy exagerando. ¡Pero pudimos habernos reunido en su casa!

Mi madre siempre conseguía la manera de avergonzarme, y esta no sería la excepción. Y justamente cuando viene Chad, ugh.

Estábamos los 4 en la mesa de la cocina, trabajando en nuestro ensayo de biología.

— Entonces, según Mendel, ¿herede los ojos de mis abuelos? — pregunto Chad, con sus hermosos ojos entrecerrados mientras leía concentrado el libro entre sus manos.

— Aja. — resoplo Ninoska, harta ya de él.

— No necesariamente. — susurre, a lo que Chad levanto su mirada hacia mí.

— ¿Ah? — sentí el calor subir a mis mejillas y me encogí en mi silla, a mi lado Paris ahogo una risa y yo aclare mi garganta.

— No necesariamente. — repetí más fuerte, armándome de valor. — ¿Tu madre o tu padre tienen los ojos verdes?

— Azules. — respondió. — Mi padre los tiene tan azules como los tuyos. — me dedico una encantadora sonrisa, lleno de perfectos dientes blancos, mi corazón comenzó a latir tan fuerte que pensé que saldría de mi pecho y se lanzaría a sus brazos. Nuevamente me encogí en mi silla, ya sin el valor que tanto me había costado tomar.

— Entonces tu padre tiene genes aa, así que tu madre tal vez sea Aa, por lo tanto, saliste aa, por suerte no te toco un gen A de tu madre, si no tendrías ojos color caca como todos. — dijo Paris indiferente, mientras que Chad ponía cara de no haber ido al baño en días.

— ¡Compre un pastel de chocolate! — exclamo mi madre al entrar, me hice aun más pequeña en mi silla, mientras que Ninoska se levantaba de su asiento y corrió hacia mi madre para ayudarla con el pastel. — Francia, por Dios, siéntate bien. — me regaño, choque mi mano contra mi frente, y Paris, justo a mi lado, nuevamente reprimió una risa.

— Deja de burlarte de mí. — le dije por lo bajo.

— No puedo evitarlo, eres muy graciosa. — contesto, imitando mi tono de voz. Puse mis ojos en blanco y me levante para ayudar a mi madre y a mi mejor amiga.

— En la fila de la pastelería había una señora con una boina en la cabeza, me recordó muchísimo a ti Francia. — una sonrisa enorme se dibujaba en la cara de mi madre, tan grande que parecía ir de oreja a oreja. — ¡Tendré que comprarte una!

— ¡No! — exclame, demasiado rápido, observe de reojo a Chad, él miraba divertido la situación. — Digo... ¿No crees que mi cabello es muy bonito como para ocultarlo bajo un gorro? — intente sonreírle, pero más bien me salió una mueca torpe.

— No es un gorro, querida, es una boina. Lo usan mucho en París.

— ¿Qué es una boina? — Pregunto Chad.

— Yo pienso que una boina quedaría bien con tu personalidad. — dijo Paris, a lo que mi madre y Ninoska asintieron con emoción.

Imaginación de Francia.

La princesa iba desfilando con una boina encima de su cabeza, pero la boina era demasiado grande, y no podía ver por donde caminaba, por lo tanto, se tropezó.

Gato curioso: ¡Miau! Eres muy torpe. — dijo mientras la ayudaba a levantarse.

Princesa Francia: ¿Por qué debo usar esto? — el gato resoplo.

Gato curioso: Es lo que todos esperan de ti. — La princesa iba a abrir la boca para reprochar, pero en ese momento apareció el chico de ensueño.

Chico de ensueño de Francia: Princesa mía, ¿Qué llevas ahí?

Gato curioso: Es una boina, ciego. — El chico iba a contestar, pero fue interrumpido por el retumbar de los truenos que anunciaban la llegada del hechicero oscuro.

Hechicero oscuro: Eso te hace quien eres. — le dijo a la princesa, y de la nada, encima de la cabeza del hechicero, apareció una boina súper chiquita, lo cual hizo reír a la princesa, y el hechicero sonrió.

Fin.

— ¿En serio lo crees? — le pregunte sonriente.

— ¿Qué es una boina? — volvió a preguntar Chad.

— Sip, en serio lo creo. — me contesto Paris con una media sonrisa en sus labios.

¿En serio te llamas Francia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora