A veces pienso que mi mejor amiga me odia en secreto.
Okey, tampoco así, estoy exagerando. ¡Pero pudimos habernos reunido en su casa!
Mi madre siempre conseguía la manera de avergonzarme, y esta no sería la excepción. Y justamente cuando viene Chad, ugh.
Estábamos los 4 en la mesa de la cocina, trabajando en nuestro ensayo de biología.
— Entonces, según Mendel, ¿herede los ojos de mis abuelos? — pregunto Chad, con sus hermosos ojos entrecerrados mientras leía concentrado el libro entre sus manos.
— Aja. — resoplo Ninoska, harta ya de él.
— No necesariamente. — susurre, a lo que Chad levanto su mirada hacia mí.
— ¿Ah? — sentí el calor subir a mis mejillas y me encogí en mi silla, a mi lado Paris ahogo una risa y yo aclare mi garganta.
— No necesariamente. — repetí más fuerte, armándome de valor. — ¿Tu madre o tu padre tienen los ojos verdes?
— Azules. — respondió. — Mi padre los tiene tan azules como los tuyos. — me dedico una encantadora sonrisa, lleno de perfectos dientes blancos, mi corazón comenzó a latir tan fuerte que pensé que saldría de mi pecho y se lanzaría a sus brazos. Nuevamente me encogí en mi silla, ya sin el valor que tanto me había costado tomar.
— Entonces tu padre tiene genes aa, así que tu madre tal vez sea Aa, por lo tanto, saliste aa, por suerte no te toco un gen A de tu madre, si no tendrías ojos color caca como todos. — dijo Paris indiferente, mientras que Chad ponía cara de no haber ido al baño en días.
— ¡Compre un pastel de chocolate! — exclamo mi madre al entrar, me hice aun más pequeña en mi silla, mientras que Ninoska se levantaba de su asiento y corrió hacia mi madre para ayudarla con el pastel. — Francia, por Dios, siéntate bien. — me regaño, choque mi mano contra mi frente, y Paris, justo a mi lado, nuevamente reprimió una risa.
— Deja de burlarte de mí. — le dije por lo bajo.
— No puedo evitarlo, eres muy graciosa. — contesto, imitando mi tono de voz. Puse mis ojos en blanco y me levante para ayudar a mi madre y a mi mejor amiga.
— En la fila de la pastelería había una señora con una boina en la cabeza, me recordó muchísimo a ti Francia. — una sonrisa enorme se dibujaba en la cara de mi madre, tan grande que parecía ir de oreja a oreja. — ¡Tendré que comprarte una!
— ¡No! — exclame, demasiado rápido, observe de reojo a Chad, él miraba divertido la situación. — Digo... ¿No crees que mi cabello es muy bonito como para ocultarlo bajo un gorro? — intente sonreírle, pero más bien me salió una mueca torpe.
— No es un gorro, querida, es una boina. Lo usan mucho en París.
— ¿Qué es una boina? — Pregunto Chad.
— Yo pienso que una boina quedaría bien con tu personalidad. — dijo Paris, a lo que mi madre y Ninoska asintieron con emoción.
Imaginación de Francia.
La princesa iba desfilando con una boina encima de su cabeza, pero la boina era demasiado grande, y no podía ver por donde caminaba, por lo tanto, se tropezó.
Gato curioso: ¡Miau! Eres muy torpe. — dijo mientras la ayudaba a levantarse.
Princesa Francia: ¿Por qué debo usar esto? — el gato resoplo.
Gato curioso: Es lo que todos esperan de ti. — La princesa iba a abrir la boca para reprochar, pero en ese momento apareció el chico de ensueño.
Chico de ensueño de Francia: Princesa mía, ¿Qué llevas ahí?
Gato curioso: Es una boina, ciego. — El chico iba a contestar, pero fue interrumpido por el retumbar de los truenos que anunciaban la llegada del hechicero oscuro.
Hechicero oscuro: Eso te hace quien eres. — le dijo a la princesa, y de la nada, encima de la cabeza del hechicero, apareció una boina súper chiquita, lo cual hizo reír a la princesa, y el hechicero sonrió.
Fin.
— ¿En serio lo crees? — le pregunte sonriente.
— ¿Qué es una boina? — volvió a preguntar Chad.
— Sip, en serio lo creo. — me contesto Paris con una media sonrisa en sus labios.
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¿En serio te llamas Francia?
HumorSip, en serio me llamo Francia. Y no, mis padres nunca han estado en ese país, pero supongo que es algo así como un sueño frustrado para ellos. Siempre me han molestado por tener ese nombre, haciendo chistes como: "Vayamos al café Francia" o "¿Te...