VI

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Alex me acompañó a clase, estaba practicando usar la camioneta para dar su examen de conducir y por lo visto, la mejor manera de hacerlo era llevándome a la escuela

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Alex me acompañó a clase, estaba practicando usar la camioneta para dar su examen de conducir y por lo visto, la mejor manera de hacerlo era llevándome a la escuela. Esto dejaba en evidencia cuánto me quería mi familia.

Él y yo no éramos muy cercanos, además de ir a escuelas separadas, no sabía muy bien sobre qué hablar con él. Las cosas en mi casa siempre fueron complicadas: cuidando a nuestro hermano menor y haciendo las tareas del hogar, todos nos habíamos acostumbrado a ser independientes el uno del otro, por lo que era raro pedirnos favores y hablar sin terminar discutiendo. Todos en la casa teniamos personalidades diferentes: Tyler era una testosterona andante, Alex demasiado tonto e ingenuo, Holly era mandona y competitiva, Roger era demasiado pequeño como para hacer otra cosa que no fuera babear sus juguetes y yo… supongo que era el único normal de la familia.

—¿Cómo están Jackson y Tobías? —preguntó—. El silencio en el auto me pone demasiado nervioso.

—Están bien, supongo —respondí.

Tobías estaba obsesionado con conseguir el protagónico en la próxima obra del club de teatro y Jackson estaba actuando raro estos últimos días, por lo que no sabía muy bien la respuesta a su pregunta.

—Ah. —Silencio—. ¿Y las clases?.

—Hace poco entregué un trabajo de historia, fue el mejor del salón —dije apoyando mi cabeza en la ventana—. Así que también están bien.

—Mis trabajos de historia eran un desastre —reconoció soltando una risa—. Detestaba a nuestro profesor, con Noah queríamos bailar en su tumba.

No sabía qué responderle, quería bajar del auto e irme a clase.

—No te esfuerces tanto, Ben —me aconsejó—. No me acuerdo cuando fue la última vez que te vi disfrutar algo.

—Suelo salir con mis amigos a veces —respondí—. Me gusta estudiar.

—Eres igual de competitivo que Holly, ambos quieren ser el número uno en todo —afirmó—. El dos también es un lugar genial, y te lo digo yo que soy como el número cuarenta.

Asentí.

No quería responderle, siendo sincero Alex y yo éramos demasiado diferentes, no pretendía que él pudiera entender cómo me sentía respecto a la escuela y el estudio, pero tampoco me gustaba que creyera que estaba haciendo esto solo por razones frívolas.

—Ya llegamos —dije desabrochando mi cinturón—. Felicidades, no mataste a tu hermano, tu historial quedó limpio.

—¿Crees que me vaya bien en el examen? Me estoy muriendo de los nervios —confesó.

La lógica entre Ben y HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora