[ seis ]

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Lo primero que noté al despertar fue que estaba en una cama desconocida, después al abrir los ojos me di cuenta de que estaba en una habitación que no era la mía, yo nunca usaría cortinas con superhéroes para mis ventanas.
Entonces unos brazos no tan desconocidos apretaron mi cintura, y podía sentir una respiración tranquila y cálida en mi cuello.

Entonces el olor, la extraña mezcla de rosas y canela inundaron mis fosas nasales. Como un flashback todo lo que había pasado llegó a mi mente.
Era la habitación de Ekaterina Sokolova, eran las cortinas con cuchillos de Ekaterina Sokolova, eran sus brazos los que me apretaban a ella casi posesivamente y era su cálida respiración lo que sentía en mi cuello.

También noté que era su cuerpo desnudo el que se apretaba al mío, que estaba en el mismo estado.

Entonces al final no se había ido, se había quedado y estaba abrazada a mi cuerpo.
Con dificultad me di la vuelta, haciendo que se despertara en el acto.
La miré, no sabia que decir ni cómo empezar, pero ella solo me dirigió una hermosa sonrisa antes de inclinarse a dejar un beso en mis labios.
Se sentía tan familiar, sus manos vagando por mi espalda y después sobre mi cintura, dando un apretoncito que me causo cosquillas.

Presione un beso sobre los labios de la mujer que estaba debajo de mi, oyendo un jadeo suave cuando mordí su labio inferior antes de pasar la lengua por la marca de la mordedura.
Gemidos salían de su boca pero eso no bastaba, yo quería gritos, quería mi nombre saliendo de sus labios y siendo repetido como un mantra.
Me senté sobre ella y le sonreí.

Me incliné y comencé a dejar pequeños besos por toda su mandíbula y su cuello, deteniéndome justo en el punto donde se sentía su pulso, haciéndola retorcerse debajo de mi.

—сделайте это сейчас. —susurró. No había entendido nada pero por su tono sonaba a suplica, sonreí en su cuello.

Ekaterina levantó sus caderas desesperada por cualquier cosa que le diera un poco de alivio a su tortura, lo único que hice fue morder su cuello, sacándole otro gemido.
Sus manos llegaron a mi cabello, del que tiro para unir nuestros labios en un beso apasionado, pero corto; tome sus manos al mismo tiempo que me separaba de ella.

—¿Izquierda o derecha? —pregunté mientras las acariciaba y comenzaba a dejar besos en ellas.
—¿Qué? —dijo en un susurro ahogado.
—Izquierda... —besé cada uno de los dedos de su mano izquierda. —O derecha... —repetí la acción con la otra mano.
—Derecha. —respondió.

Levanté la mirada y le sonreí.

—Bien. —introduje dos dedos de su mano derecha en mi boca.

Un gemido entrecortado salió de sus labios, seguido de otro y de otro, mientras yo hacía el trabajo en sus dedos, pasando mi lengua de arriba a abajo.
No dejé de mirar directo a sus ojos cuando saque los dedos de mi boca y los comencé a dirigir a sus piernas entre abiertas.
Cuando tocaron su intimidad arqueo la espalda, entonces me permití acercarme de nuevo a su cuello solo para susurrar en su oído.

—Tócate como si fuera yo. —solo obtuve un grito de placer como respuesta mientras sentía como la mano que sostenía por la muñeca se comenzaba a mover, dentro y fuera, bombeando.

Descendiendo por su cuerpo me detuve para darle atención a cada uno de sus senos.
Solo cuando me aseguré de haber torturado lo suficiente a cada pezón continúe mi camino por todo su vientre, dejando besos por todos lados.
Ella seguía tocándose mientras me acercaba a dejar un beso en la cara interna de su muslo.

Matryoshka. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora