Capítulo 8

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Masticábamos en silencio con la compañía de solo tres comensales en el lugar y la música apenas oíble de los años sesenta. Tal como Yoongi lo anunció, terminamos en una pizzería cerca a la casa de Yoongi, quién pisaba el establecimiento por primera vez. No podría negar que la situación en ocasiones se inundó de silencios incómodos como, por ejemplo, cuando llegamos al lugar y luego de hacer el pedido, nuestra mesa quedó en un completo silencio, una situación contraria a lo sucedido en el auto de Yoongi de camino hacía aquí. Sin embargo, por alguna razón, después de un momento grato la incomodidad se instaló en nosotros.

Yoongi habló por teléfono con Taehyung, lo supe porque Yoongi no dejaba de amenazarlo si dejaba que Young Saeng comiera las gominolas que siempre encontraba en la maleta de su tío Tae.

No tardaron con la orden, gracias al cielo, y para ser sincera, me sentí mala persona cuando el personal vino con la pizza a nuestra mesa con un decaimiento notable en el rostro debido a la hora y supuse que también a la larga jornada laboral del día. Yoongi tenía más hambre de la que yo tenía, de una pizza familiar yo sólo fui capaz de comer tres pedazos y Yoongi arrasó con el resto, comía como un niño pequeño, sus carrillos estaban rellenos de comida y sus labios brillaban cada vez más debido a la comida. La imagen de Yoongi ahora mismo me quitó una carcajada que traté de ocultar con una tos, pero no logré mi cometido porque terminé recibiendo la mirada recriminadora de Yoongi.

—¿Qué?—pregunta, aún con las mejillas repletas lo cual no ayuda a que pueda esconder mis ganas por reírme.

—Nada. —miento alcanzando mi bebida para sorber por la pajilla la soda. Es claro que no me cree porque su mirada se mantiene en mí. Como observa que no estoy dispuesta a decirle nada y que ahora estoy entretenida bebiendo de la soda, decide terminar de masticar lo que tiene en la boca y tragarlo tomándose su tiempo. Yo solo puedo contemplar muy de cerca todos sus movimientos.

—¿Siempre es así de ajetreado el trabajo? —intento cambiar de tema. Yoongi asiente levemente. —Debe ser duro.

Yoongi me responde con un chasquido que identifico como un "Eso es obvio", siento que de repente al terminar de comer se ha puesto de mal humor o quizá dedujo que me estuve burlando de él por su forma tan tierna de comer. Creo que lo segundo es más probable porque se levanta de su asiento sin reparo.

—Espera, aún no he terminado. —me apuro en decirle, pero no le importa.

—Nos vamos. Ahora. —Se inclina hacia mí, coge el vaso de plástico y lo deja en la mesa para después tomar de mi muñeca y sacarme del lugar agradeciendo con una reverencia al personal que se nos cruza en el camino hacia la salida.

—¡Oye! ¡Aún no había terminado!

Se queda en silencio, mientras abre la puerta del copiloto y me indica con un leve empujón sobre el hombro que tengo que ingresar a su auto. Tomo asiento para colocar el cinturón mientras que mis ojos caen en Yoongi adentrándose al auto también.

—Ya casi son las tres de la mañana, tengo sueño. —resopla para luego encender el auto.

—Que novedad. —bromeo. Me ignora.

Lo suave que conduce Yoongi y la bella vista que obtengo de las calles oscuras, no evitan que los ojos me pesen más de lo debido.

—Ni siquiera intentes dormirte. —brinco de repente por sus palabras repentinas.

—No estaba durmiendo. —me acomodo sobre el asiento y pestañeo más fuerte para quitar la pesadez de mis párpados.

—Me alegro, porque te hubiera dejado aquí dormida.

—Yoongi...

—¿Mmm?

Muevo mi mirada un segundo hacia él y la regreso hacia la ventana porque los toques de sinceridad me llenan de nervios. Estoy convencida de que debo soltarle las palabras porque son más que obvio, pero Yoongi merece saberlas o quizá escucharla de mi voz, aunque le de igual lo que pienso y lo que le voy a decir.

Stand By Me » Yoongi, BTS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora