Capítulo #31

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Miro mi alrededor un poco desorientada. —«¿Dónde estoy?» —Cierro mis ojos y exhalo.

—Samantha por el amor de Dios, levántate —dice mi madre mientras mete ropa en una maleta.

«Cierto, hoy le dan de alta a mi hermano»

Me levanto de la cama aún somnolienta y voy a la mini cocina.

—...Ve al baño. —Ordena mi madre —.Desayunaremos luego de ir a buscar a tu hermano en el hospital —informa.

Sin decir ni una palabra me doy la vuelta para meterme al baño.

—Ten —me da una mudada de ropa.

— ¿Y esto? —pregunto.

—Ropa —responde mientras sigue empacando.

—Ya sé, ¿Dónde la compraste?

—En una tienda cerca de aquí.

Escucho la puerta principal e inmediatamente me acerco por curiosidad para saber quien entra y veo a mi padre que entra con paso decidido.

— ¿Ya están listas? —pregunta con cara de pocos amigos.

—Ehm... —Sonrío nerviosa y niego.

—Me harías el grandísimo favor de terminar. —Nos deja de mirar para irse al balcón.

—Ayer antes de comprarte esa ropa, vi a Andrés. —Susurra mi madre sin dejar de mirar hacia donde se fué mi padre.

—¡Oh! —Frunzo el ceño — Creí que ya se había ido de aquí.

—Pues no se ha ido.

— ¿Y qué te dijo?

—Me invitó a beber un refresco y hablamos un poco —Me mira por un momento —. Pero me pidió que no le diga a Edgar que hable con él.

— ¿Qué?

—Sí, porque no quería problemas.

—Como lo ha tratado mi padre cualquiera hubiera pedido eso, de hecho sí, papi se ha estado comportando muy raro, se exalta con mucha facilidad.

—Bueno eso es cierto —Asiente— lo que me ha dicho es que no se ha podido despegar del trabajo.

—Entiendo, espero que se tornen más tranquilas las cosas cuando estemos en casa.

—Igual yo —concuerda. —Bueno, volviendo al tema de Andrés, me pregunto cuantos días nos íbamos a quedar más aquí.

—Ajá —digo.

—Yo le dije que nos quedaríamos solo hoy y que mañana nos iríamos.

— ¿Y?

—Además de eso me pidió permiso para que ustedes salieran una vez más.

— ¡¿Samantha, ya estás lista?! —habla fuerte mi padre.

—Sí, ya casi. —respondo entrando al baño. Asomo la cabeza por la puerta del mismo.

— ¿Y qué le dijiste tú?

—Que sí. —Me guiña un ojo.

Sonrío y entro al baño por completo.

[...]

—Iré con ustedes —digo abriendo la puerta del auto.

—No, tú te quedas aquí. —dice mi padre.

Suspiro y cierro la puerta.

«Cuando vuelvan estaré rostizada en este carro»

Los observo caminar hasta que se pierden de mi vista al entrar al hospital.

After Meeting You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora