Kidnapper (NamMin)

04

Se despertó junto a unos rayos de sol que deslumbraban en su cara. Se estiró perezosamente y fijo su vista en las grandes ventanas que tenía enfrente suyo.

Miro fijamente aquella habitación y cayo en cuenta.

No estaba en su habitación.

Se levantó rápidamente y miró las vistas tras las ventanas. Solo veía bosque y montañas de fondo.

Su oído captó un leve sonido del fondo de la casa. Pudo oir la melodía de una canción de hiphop.

  Dudoso, siguió la música y acabo en el salón en el que se había quedado dormido la noche anterior. Lentamente siguió caminando hasta lo que creía que era la cocina ya que se escuchaba a alguien.

Tragó duro al ver la espalda desnuda del moreno mientras se secaba su húmedo pelo con una pequeña toalla que permanecía sobre sus anchos hombros.

  Lo vio pasearse por la cocina mientras hacía la comida, y por un momento en su mente paso la idea de que nunca se cansaría de despertar así con semejantes vistas.

Namjoon se dio la vuelta encontrándose con la felina mirada del rubio, quien se encontraba con su larga camisa y boxers, y unas mejilas levemente sonrojadas. Lo que hizo que el mayor relamiese sus labios y coincidiece con los pensamientos del otro. Nunca se cansaria de tener semejantes vistas.

—¿Dormiste bien, niño? ayer quedaste profundamente dormido- sonrió- te perdiste la gran batalla de diss.

—¿Umm?- Jimin observaba el marcado abdomen del moreno y como sus brazos se marcaban cuando el mayor hacia algún que otro movimiento- si.. dormí muy bien. Y no soy "niño", tengo un nombre.

—Eso ya lo sé Jimin.

—Por cierto, nunca me dijiste tu nombre- dijo, sentándose en la isla de la cocina.

—Soy tu secuestrador, se supone que no deberías de saber mi nombre.

—Ya- chasqueo la lengua- ¿Y no se supone que debería de estar encerrado o algo así? Por si intentase escapar.

—Créeme, aunque lo intentases no lo lograrías, mi casa está mejor asegurada que la cárcel de Seúl.

—¿Y si empiezo a gritar pidiendo ayuda?

—Creeme Jimin- el mayor puso enfrente el desayuno que le había preparado- de tu preciosa boca puede salir todo sin fín de gritos, que nadie te escuchara.