Capítulo uno

308 16 0
                                    

Ya empieza a amanecer otro día más en esta isla, ya llevamos dos meses en tierra firme y vivimos como si estuviésemos en un campamento de verano, hogueras cada noche cantando alrededor de ellas, charlas hasta las tantas y horas y horas bañándonos en el mar. Es raro porque pasamos mucho rato en el agua nadando y pasando un buen rato, pero estábamos deseando pisar tierra. Tal vez queríamos estar en contacto con ella para sentirnos un poco más como un casa, poder hacer cosas como antes y no tener ese bamboleo permanente del barco.

Yo sólo comparto tienda con Cho ya que nos dieron la opción de estar solos en una tienda y preferimos estar solos aunque la mayor parte del tiempo lo pasamos en la de Piti, Ainhoa y Palomares.

Ainhoa decidió no estar con nadie durante un tiempo, Piti tampoco ha vuelto a estar con nadie tras su intento de relación con Sol. La verdad que fue un gran palo para él perder a Sol, fue quien de una manera u otra le ayudó a superar lo nuestro cuando rompimos. Intenté animarle, pero había días que era imposible. Ahora es el padrino del bebé y me cuida como el primer día. La verdad es que le tengo que estar muy agradecida.

Ramiro y Estela por fin empezaron a salir juntos después de tanto tiempo que ella estuvo detrás del chico. Palomares en cambio sigue siendo el cura. Montó una capilla entre las palmeras y cada vez que llueve o hace aire se cae.

En cuanto a mi, cada vez me falta menos para dar a luz, concretamente tres meses y ni siquiera sé si estoy lista. Por las noches duermo fatal, al menos si tuviese una cama decente y no una esterilla y un saco de dormir...

Llevo saliendo con Cho casi tres meses, al principio nos iba muy bien, como de película, pero ahora... ahora siento que no es lo mismo. Creo que no siento ese amor del principio y tal vez tenga una explicación lógica: vuelvo a sentir algo por Piti. Cada vez que lo veo se me entrecorta la respiración, el corazón me va a mil por hora y no puedo evitar recordar los buenos momento que vivimos juntos. Pero recuerdo su comportamiento tirando a infantil y es lo que me echa para atrás.

—Buenos días —dice Cho despúes de darme un beso.

—Buenos días —contesto con una sonrisa.

Cho sale de la tienda y yo me incorporo. Paso mi mano por el pelo suspirando. Tendría que hablar con él y decirle lo que siento pero es que no puedo... Al cabo de cinco minutos regresa con un bol de frutas cortadas.

—El desayuno para la mejor

Me deja el bol encima de mis piernas y me da un tenedor que se había guardado en el bolsillo. Se lo agradezco y empiezo a comer, pero una de las veces que pincho un trozo de piña, me llevo conmigo hilo de pescar pintado y atado formando un círculo. Lo cojo con las manos y miro a Cho.

Besos y recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora