Capítulo dos

161 14 4
                                    

—¿Esto qué es? —le pregunto

Me lo quita y con delicadeza me coge la mano derecha. Me mira a los ojos directamente y con una voz entrecortada y nerviosa empieza a hablar.

—Sé que no llevamos mucho tiempo y prácticamente nos acabamos de conocer pero... lo que siento es demasiado fuerte... Vilma, ¿Quieres casarte conmigo?

Me quedo mirando a Cho boquiabierta. Esto no me puede estar pasando... Me quedo callada mirándole y sin poder aguantar más el contacto agacho la cabeza avergonzada por dudar de mis sentimientos hacia él.

—No...No lo sé... —respondo titubeante y tartamudeando.

Con algo de dificultad me levanto y salgo rápidamente de la tienda. Camino hasta apartarme de todo el mundo y me siento en una de las rocas. Respiro hondo y me llevo las manos a la cara. Debo hablar con él y dejarle claro mis sentimientos cuanto antes, pero me es imposible...

Después de estar prácticamente toda la mañana sola apartada de los demás, decido regresar al campamento y hablar con Cho de una vez por todas. Lo encuentro pescando la comida para hoy. Me paro a unos escasos metros de la orilla y me quedo observándolo durante unos instantes.

—Cho —espero a que se gire para mirarme.— ¿Puedes venir un momento?

Él deja el arpón y la red en la orilla donde las olas no llegan para que no lo arrastren y se acerca a mi despacio con preocupación. Nos apartamos un poco de toda la gente y cuando veo que estamos en un sitio más íntimo empizo a contarle.

—Cho...

—Vilma, no pasa nada, si no estás preparada...

—No, no es eso —digo interrumpiéndole.

—¿Entonces qué es? ¿Qué es lo que pasa?

—Debería habértelo dicho antes... creo que lo nuestro... yo... no siento lo mismo que antes... —me quedo callada al notar un nudo en la garganta y agacho la cabeza. Seguidamente trago saliva para que se me pase y vuelvo a mirar a Cho con los ojos húmedos—. Creo... creo que todavía siento algo por Piti... —reconozco titubeante.

Cho se queda callado y sin decir nada se aleja de mi para volver a lo que estaba haciendo. En ese momento no puedo evitar ponerme a llorar. Él no se lo merece... a pesar de todo me ha querido tal y como soy. Pero también lo hizo Piti y Palomares y pasó lo que pasó. Estoy hecha un lío.

Me voy corriendo a la tienda y recojo mis cosas. Decido ir a la tienda de los demás esperando que sólo estuviese Ainhoa. Cuando llego, subo la cremallera y veo que a quien esperaba encontrar no está, pero sí que está la persona que ha causado este mal de cabeza. Piti me mira algo confuso y me quedo parada sin saber si salir corriendo o lanzarme a sus brazos. Decido por la primera opción.

—Ya... ya vuelvo luego... —saco la cabeza y me doy media vuelta para volver por donde he venido.

Noto como una mano me coge del brazo apretándolo. Un escalofrío me recorre por todo el cuerpo y cierro los ojos a la vez que suspiro.

—Vilma, ¿qué te pasa?

—Nada, de verdad... prefiero estar sola...

—Tu cara no dice lo mismo. Has llorado, ¿verdad?

Me quedo callada con la cabeza a gachas y sin esperarlo siento un cálido abrazo de Piti. Acerca su boca a mi odio y me susurra:

—Seguro que tiene solución.

Ojalá lo tuviese, ojalá.

ver que [w

Besos y recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora