Capítulo9

102 10 0
                                    


Ya han pasado dos semanas desde que empecé a encontrarme mal, he ido mejorando pero había días que prefería morirme a soportar ese dolor infernal. Por suerte los últimos días no he sentido nada. Llevo dos semanas sin salir del saco nada más para hacer mis necesidades acompañada por alguna de las chicas. Entre todos no han dejado de insistirme que me fuera al barco a vivir, al menos hasta que nazca el bebé, pero yo me he negado rotundamente.

He quedado con Julia dentro de cinco minutos para hacerme la revisión. Si todo está bien tal vez me deje salir un rato a que me dé el aire. Si me quedo aquí dentro más rato creo que me volveré loca al final. La cremallera de la tienda se abre y entra Julia con el material. Se ha adelantado pero eso no es ningún problema.

—Hola —dice sentándose a mi lado con una gran sonrisa.

—Hola —respondo sonriendo.

—¿Qué tal? ¿Has notado algo?

—No, llevo dos o tres días sin dolores y una semana sin pérdidas —respondo animada.

—Eso es muy buena señal —su sonrisa no desaparece de su rostro —. Pues vamos a ver cómo está este pequeñín

Tras tocarme la tripa, empieza a preparar el ecógrafo y me echa el gel. Con cuidado empieza a pasarlo a la vez que mira a la pantalla.

—Pues parece que no hay ningún peligro —comenta sin dejar de mirar la pantalla del ecógrafo.

—¿De verdad? ¿Ya puedo hacer vida normal?

—De verdad, pero no hagas ningún esfuerzo, ¿me oyes? —me mira seria,

—Que si... —me rio—. ¿Puedo salir ahora?

—Mmmh... está bien, pero como te he dicho, con cuidado.

Asiento con la cabeza y sigue pasando el ecógrafo por mi barriga. Conecta el sonido del latido del bebé. En cuanto ese bombeo entra por mis oídos no puedo evitar sonreír y dejo escapar unas lágrimas de mis ojos.

—Tengo una buena noticia.

—¿Qué pasa? —pregunto a Julia curiosa.

—Ya se ha encajado.

—Julia, no tengo ni idea de lo que me estás diciendo.

—Quiero decir que ya se ha colocado para el momento del parto. Mira, —señala en la pantalla— aquí está el canal de parto y esta es su cabeza.

—¿Pero no es muy pronto?

—Tranquila, es completamente normal. Lo pueden hacer a partir del octavo mes y que yo recuerde ya estás de ocho, ¿no?

Tiene razón, estos días han sido tan raros que no me había caído en que ya había cumplido los ocho meses.

—Está bien —suspiro aliviada—. Una cosa...

—Dime.

—¿Se puede saber el sexo ya? —pregunto con ansias de saber si será niño o niña.

—Todavía no nos deja verlo... a ver si antes de que nazca conseguimos saberlo. Por cierto, ¿qué quieres que sea? —me pregunta mirándome con una gran sonrisa.

—La verdad es que me da igual —respondo limpiando el gel de mi barriga.

—Venga, algo preferirás.

—No, de verdad, me da lo mismo. Tras lo que ha pasado sólo quiero que esté bien...

—Tranquila, lo va a estar.

Recoge todo el tinglado que ha montado previamente y sale de la tienda. Salgo detrás de ella tras adecentarme un poco. Cuando nos despedimos camino hasta la orilla y me descalzo. Siento ese cosquilleo que hace la arena en las plantas de los pies y también entre mis dedos. Empiezo a recorrer en horizontal la orilla hasta llegar a uno de los extremos de la playa, allí me siento en una de las rocas y respiro hondo con los ojos cerrados. Por un momento pienso que no existe nada tan sólo el aire con olor a mar, el piar de los pájaros que sobrevuelan la isla y las olas romper en la orilla.

—¿Pero qué haces aquí? ¿No tendrías que estar haciendo reposo?

La voz de Ainhoa me devuelve a la realidad. Abro los ojos y la busco por donde me llega el sonido de su voz. La veo sentada a mi lado apoyada hacia atrás.

Besos y recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora