Capítulo 8

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¿Qué es lo que me pasa? El pulso y la respiración se me aceleran, noto como los ojos se me humedecen y cojo aire e intento controlar el pinchazo que siento en la tripa. Pero no me sirve de nada. Lo único que consigo que salga por mi boca es un alarido de dolor. Me retuerzo en mi misma cerrando fuertemente los ojos.

—¡Vilma! ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

—No —digo con dificultad— Me duele mucho

Me llevo la mano a la tripa. Piti se levanta rápidamente e intenta ponerme en pie. Cuando Ainhoa y Palomares nos ven acercándonos a la tienda yo apoyada en Piti, vienen corriendo.

—¿Qué pasa? —pregunta Ainhoa intercambiando miradas con ambos.

—Dice que le duele, llamad a Julia.

Seguidamente entro en la tienda y me tumbo encima de mi saco de dormir retorciéndome de dolor. Mientras los chicos van a buscar a Julia, Piti no se mueve de mi lado ni me suelta la mano.

—Vilma estás... estás sangrando —dice casi en un susurro.

Al escuchar sus palabras rompo a llorar a su manera intenta tranquilizarme pero es en vano ya que cada segundo que pasa me pongo todavía más nerviosa.

—¿Y si ahora le pasa algo? ¿Y si...? —sacudo la cabeza intentando deshacerme de la idea que pueda morir.

—No digas tonterías, no va a pasar nada.

Finalmente la tienda se abre y entra Julia con el material necesario y Palomares y Ainhoa detrás de ella.

—¿Qué ha pasado? —pregunta mientras se pone la bata y unos guantes con rapidez

—me ha entrado un dolor muy fuerte aquí —indico con la mano la parte inferior de la tripa— y he sangrado... Julia, por favor, dime que no es grave.

—Para saberlo tengo que explorarte.

Seguidamente conecta el ecógrafo en el generador y me echa el gel helado en la barriga. Seguidamente, pasa el ecógrafo echando un vistazo.

—La placenta ha sufrido un desprendimiento.

—Pero... ¿por qué? ¿Es grave?

—No es grave, tranquila, pero tendrás que hacer reposo absoluto. El desprendimiento no es mucho pero podría empeorar.

Asiento y me quedo callada aún con lágrimas en los ojos.

—Te voy a dar un medicamento para el dolor y otro para cortar la hemorragia.

De la bolsa saca dos botes de pastillas y saca una de cada. Me las da juntamente con una botella de agua y me las tomo ambas a la vez.

—Por cualquier cosa, llámame —me da un walkie— sea la hora que sea.

—Vale —digo cogiéndolo.

Todos salen de la tienda y yo me quedo tumbada mirando al frente. Con dificultad puedo escuchar que Julia está hablando con los tres.

—... que no se mueva del saco y si podéis convencerla... mejor

—Ya se lo hemos dicho y nada... —responde Ainhoa.

Cuando Julia se va, entran los tres y se sientan a mi lado. Me quedo mirándolos seriamente algo más calmada y sin tanto dolor.

—¿De qué me tenéis que convencer? —pregunto secamente y de una manera cortante.

—De nada, duérmete, lo necesitas... —responde Ainhoa sin mirarme directamente a los ojos.

—No tengo sueño.

—Pues inténtalo.

Suspiro cerrando los ojos.

—Dejadme sola —les pido con el mismo tono anterior.

—Está bien...

Cuando por fin estoy sola, me llevo las manos a la tripa y empiezo a llorar, imaginándome lo que pueda llegar a pasar. Ni quiero que después de todo lo que ha pasado, pueda ocurrir lo peor.

—Vilma... —escucho la voz de Piti después de un buen rato.

Me limpio las lágrimas rápidamente y miro a la puerta sin decir nada. Él se acerca a mi y se sienta a mi lado. Apoya la espalda en la maleta y con delicadeza hace que apoye la mía en él.

—Deberías volver al barco, allí estarás más tranquila y podrás descansar mejor —comenta tras unos minutos en silencio.

—Piti, ya hemos hablado de eso.

Besos y recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora