Susurro de verano

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Así pasaron semanas, luego un mes y otro más, cada vez, el clima se hacía más cálido, las lluvias mojaban el follaje del bosque, los árboles daban sus frutos y las legumbres y cereales esperaban madurar a lo largo de la estación, los días se hacían más y más largos.

Ronja, miraba las gotas caer del cielo, refugiada en el establo, con el cabello mojado y los pies cubiertos de fango, al parecer, la lluvia le había tomado por sorpresa, sus ojos observaban el panorama húmedo mientras las ovejas dentro balaban acurrucándose unas con otras para secar su lana empapada.

La chica sentía que el tiempo había transcurrido muy lento, cada día sentía que Birk estaba más lejano de ella, "Tal vez la sabandija ya no pueda caminar nunca más", las palabras que su padre hace unos días había dicho en broma, le rondaban el pensamiento y le quitaban el sueño por las noches, ante sus ojos, Birk seguía sin poder levantarse, ¿Qué tal si es cierto lo que dijo Mattis?, se preguntaba a sí misma.

Cuando preguntaba la opinión de Britta respecto a la salud de Birk, la chica actuaba de forma esquiva dándole una respuesta positiva, pero con una expresión que decía lo contrario.

-Es tiempo de avanzar...

Se dijo a sí misma la chica, decidida, apretando los puños y salió de su resguardo corriendo en medio de la lluvia al castillo.

Dentro, los bandoleros miraban un muy detallado plano alrededor de la mesa, la chica les ignoró corriendo a buscar el fuego de la chimenea para secarse, ignoraba por completo que ese plano estaba hecho por los bandoleros en base a las instrucciones de Birk y cuya finalidad era asaltar la casa de su ahora, mejor amiga.

Así era, Ronja y Britta habías pasado toda la primavera juntas, así como ahora los bandoleros y Birk conocían la casa Norrgarden, Britta conocía el bosque y a su vez Ronja a Britta.

Las dos chicas que parecían agua y aceite en realidad se complementaban bastante bien, la hija de los Norrgarden interesada en el mundo del "corazón", como ella lo llamaba, deseaba conocer a las personas de verdad, a las personas que vivían el día a día sin preocupaciones superficiales ya que al ser criada en el mundo de la alta sociedad, hasta ahora le había sido imposible poder diferenciar a una persona honesta de una mentirosa.

Por otro lado, Ronja disfrutaba de la compañía de Britta y de los relatos del mundo exterior que esta le daba, después de todo, la hija de los Norrgarden incluso ya había cruzado el mar y conocido otro continente.

-Deberías darte un baño...

Recomendó Lovis a Ronja, llevándole una toalla para secarse el cabello, la chica se talló la cabeza con el corte de tejido y recordó lo que Birk le había dicho cuando sintió un tirón por un nudo en su cabellera castaña.

-¿Podrías cortarme el cabello antes?

Preguntó la chica a su madre con una sonrisa, Lovis sonrió de igual forma colocando sus manos en la cintura.

-Ya era hora que lo pidieras.

Birk, por su parte, lijaba cuidadosamente su colgante, le dio un vistazo soplando las virutas de plata sobrantes y le dio un vistazo, Rasmus, junto con el resto de hereros y trabajadores observaban, el pelirrojo tomó una tela empapada de bicarbonato y vinagre y limpio, finalmente sacó una cadena y la pasó por el arillo que sostenía el colgante, lo levanto y bajó con su mano, lo balanceo como un péndulo, verificando que el peso y la resistencia de la cadena era el adecuado.

-Creo que ya está...

Expresó sonriente, Rasmus lo tomó entre sus manos y sonrió.

-Está muy bien hecho, felicidades pequeño zorro pelirrojo.

Te amo, Hermana mía (Ronja Rovardotter y Birk Borkason)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora