ocho;

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Esa maldita máquina, como la odiaba. Todo y absolutamente todo de ese cacharro blanco y chillón le sacaba de sus casillas.

Se recolocó a duras penas, notando como todo el cuerpo le dolía y sin saber que hacía en el hospital de nuevo. ¡Ella solo iba camino a casa de sus abuelos!

—Me he vuelto a desmayar, ¿no? —preguntó al ver entrar al médico.

—Lo has hecho, en mitad de la calle. —ella soltó un bufido y se dejó caer en la cama, arrepintiéndose de hacerlo por el dolor posterior—. Con suerte solo hay unos rasguños, nada grave. ¿Has aumentado el ritmo o hablabas con alguien?

—Iba sola, al ritmo de siempre —murmuró cerrando los ojos, llevándose las manos a las sienes.

—Tuviste suerte de que un compañero tuyo te encontrara.

— ¿Un compañero?

—Un chico rubio.

— ¿Con una marca de nacimiento extraña en el pelo? —Jirou abrió los ojos, ladeando la cabeza para mirar al doctor.

—Nos pidió que te diéramos esto. —Asintió.

Estiró la mano al ver como sacaba del bolsillo un trozo de papel. Lo agarró sin dudarlo, apretándolo en su puño.

—Parecía muy preocupado, deberías hablar con él ahora que estás consciente. Hemos llamado a tus padres, vendrán en cuanto salgan del trabajo.

—Muchas gracias —murmuró.

—Si necesitas algo, usa el telefonillo y tendrás a alguien al instante.

—Lo tendré en cuenta.

El médico se inclinó antes de irse y dejar a la chica sola en esa sobria habitación de hospital. Soltó una bocanada de aire antes de abrir el papel que le habían dado, la curiosidad le estaba matando.

"Llámame o envíame un mensaje cuando despiertes.

—Kaminari Denki."

Se quedó mirando la hoja donde los números estaban escritos antes de soltar un insulto al aire.

Vagamente buscó su bandolera para sacar el móvil sin pensarlo mucho, viendo como la pantalla se había vuelto a romper.

Se paró completamente al desbloquearlo. ¿Qué estaba haciendo? No quería saber nada de él, menos entablar una conversación por teléfono. Había hecho tantos avances como para perderlos por culpa de un rubio entrometido. No iba a decirle nada, iba a bloquear el móvil y guardar la nota.

Pero, ¿por qué iba a guardarla?

Sabía que debía darle las gracias, pero no lo iba a hacer, por lo menos ese día.

De acero inolvidable; KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora