Capítulo Siete: Cambio de Estación

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El aeropuerto de Moscú era enorme, mucha gente transitaba a través de los largos y anchos pasillos, llevando maletas e intenciones tanto de visitar tierras lejanas como de volver a casa.

El atardecer se filtraba de manera grácil a través de los enormes muros transparentes, que permitían ver todo lo que sucedía en el mundo exterior.

Yuri y Yuuri, estaban sentados en una de las múltiples filas de asientos de espera para el vuelo, sin intercambiar palabras.

No es que estuvieran incómodos, ni mucho menos que estuvieran molestos el uno con el otro, simplemente habían descubierto lo bien que sentaban unos minutos de silencio en momentos así.

A veces, las palabras no eran suficientes como para abordar ocasiones especiales como esta.

Su relación se había fortalecido de una manera increíble luego del celo de Yuuri durante la boda de Mila con Sara, y si bien ambos debieron esperar un par de días más para hablar como la gente, el resultado fue mucho más que satisfactorio.

Decir que en un inicio fue incómodo sería quedarse corto de palabras. Para Yuuri fue realmente un calvario el armarse de valor para volver a hablar con Yuri.

Pero simplemente no podía evitarlo, ¿cómo mirarlo a los ojos luego de que lo halló en tal estado?

Sin embargo, aquel pensamiento y todo el pesar que acumuló por días se esfumó luego de cruzar algunas palabras con Yuri, quien lo trataba con toda la normalidad del mundo.

Y es que Yuri, lejos de lo que pensaba la mayoría de la gente que lo conocía, no era un maldito con la gente que apreciaba. Sabía que debió ser difícil para él, lo supo desde el momento en que vio la mirada de desesperación y vergüenza en sus ojos, aquella noche.

Mencionar el tema solo lo incomodaría y eso era lo último que deseaba, ahora tenía otras cosas aún más importantes que hablar con él.

O sea, su inicio de vida universitaria antes de lo planeado.

Empezaron a charlar cuando el reloj rondaba las diez de la mañana y acabaron un poco después de medianoche. No salieron del cuarto de Yuri en ningún momento, inclusive, este último pidió que le llevaran el almuerzo a ambos con tal de no interrumpirse.

Solo ellos dos saben lo que se habló en esa habitación, pero el sirviente que les entregó su comida no pudo sino comentar, con notable incredulidad, que había visto al señorito Plisetsky sonreír como nunca antes.

¿Pero como no reír ante lo irónico de la situación?

Ambos se sintieron como un par de idiotas al darse cuenta de que se evitaban por lo mismo. Así como ambos también apoyaban incondicionalmente a su amigo en lo que el otro quisiera hacer.

Yuri insistía en que era una oportunidad única, que Yuuri era un chico talentoso y podría lustrar dicho talento como nunca antes. Que sería un idiota si no aceptara. Además de admitir que, para cuando se fuera, ya estaría "un poquito grande para tener una niñera".

Sin embargo, eso no restaba el hecho de que se sentiría muy solo sin tener a Yuuri a su lado, más ahora que Mila se había mudado con Sara. Sin mencionar que varias personas en su carrera posiblemente estarían allí por gusto propio, mientras él sería el único amargado que quisiera pegarse un tiro el primer día de clases.

"Al menos puedes participar en la orquesta" le habían mencionado Yuuri y eso fue suficiente para reanimarlo. Y no era que Yuri fuera un egocéntrico, pero sabía que era increíble tocando el violín por lo cual no hallaba un motivo para privarle a una orquesta entera sus capacidades.

❀ Brotes de Invierno ❆ 【 Omegaverse】「𝒴𝓊𝒴𝓊𝓊」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora