Capítulo Nueve: La Primavera del Corazón

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Mila sale a las prisas de su cuarto, oyendo el teléfono sonar y maldiciendo en voz baja el tener una casa tan grande solo para Sara y ella. Aunque siendo sincera, prefiere eso a tener cerca de diez empleadas que hagan todo por ella. Se aburre fácil sin Sara y quiere hacer cosas para no terminar echando raíces en su sofá.

—Buenos días, residencia Crispino-Plisetsky, ¿algo en que ayudarle? —Se esfuerza en decir todo de un tirón, pero que no se note que sigue jadeando por las prisas.

—¿Mila? Sé que la vida de recién casada es muy agitada, pero si te molesté mientras te divertías con Sara, puedes decirme y llamo más tarde —indicó la voz en el teléfono, con un tono de pena fingida, haciendo que Mila se ruborizara hasta las orejas.

—¡Vitya! —regañó, aun abochornada—. ¿Llamaste para jugarme bromas pesadas o tienes algo serio que decir?

—De acuerdo, de acuerdo, lo siento. Solo vi una oportunidad y la tomé, sabes que te quiero —Desde el otro del telefono, Mila podía imaginarse una sonrisa algo apenada—. Solo te llamaba para hablar de Yuuri.

El ambiente cambió de repente. Mira se reclinó contra la mesa que quedaba cerca del teléfono, en un silencio que dejaba en claro que quería escuchar lo que tenía que decir Vitya.

No estaban haciendo nada malo, cabe mencionar, pero tampoco es como si se viera muy bien lo que hacían. Casi parecían una mezcla de espías y ancianitas chismosas.

Por un lado, Viktor deseaba saber qué tal le iba a Yuri en su vida universitaria, si había hecho amigos o si tenía algunos problemas. Ya que si este último era el tema, Viktor no tendría ningún miramiento al abandonar Japón e ir ver si podía ayudar en algo.

Por otro lado, Mila adoraba a su hermanito por sobre todas las cosas, pero también había desarrollado una bonita amistad con Yuuri durante los meses que estuvo cuidando a Yura mientras ella seguía en la casa. A partir de su propia experiencia, no pudo evitar sentirse algo preocupada luego de mover algunas palancas para que él pudiera ingresar a la academia.

Así que con el fin de deshacerse de cualquier sentimiento de culpa, se telefoneaban continuamente con Viktor para saber si todo iba bien.

Y según Viktor hablaba en esa llamada, todo iba a bien. Al menos hasta el punto final.

—¿Sabes? Mientras paseaba con Makkachin pude observar cómo uno de los chicos que estudiaban danza, sin motivo aparente, empujó a Yuuri cuando este último regresaba a su cuarto con todos los utensilios de cocina. Una suerte que fue en el césped y nada se rompió.

—¿Sin motivo alguno, dices? —preguntó para confirmar, frunciendo el entrecejo.

—Le enseñó a ese chico, tengo una idea de sus horarios y ninguno coincide con Yuuri. Además, Yuuri tampoco es del tipo que se meta en problemas, no resalta en lo absoluto y no da motivos para que alguien haga algo así —prosiguió, con una voz queda, como anilanzo todo—. Y conociendo a los alfas, sé que es lo que buscaba realmente.

Desde el otro lado del telefono, Mila asintió, suspirando finalmente en señal de que comprendía.

"Territorio".

Ambos sabían que todo el mundo tiene un lado estúpido, sin importar si era alfa, beta u omega.

Pero sin lugar a duda, no había algo más molesto que un alfa estúpido.

No era casos aislado y Viktor, en su propio juventud, fue amigo de varios de éstos, que tenían una pésima manera de demostrar que alguien les llamaba la atención.

❀ Brotes de Invierno ❆ 【 Omegaverse】「𝒴𝓊𝒴𝓊𝓊」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora