Capítulo 1: El comienzo

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  En un lugar frío, oscuro y en donde el mal reina se encontraba Pitch Black. Él era al que solían llamar "Rey de las sombras". Todo el mundo pensaba que ya no volvería, que estaba perdido en el mundo de la oscuridad profundamente dormido en un sueño eterno; pero se equivocaban porque él volvería, y más fuerte que nunca.

  Se encontraba una chica de pelo rizado pelirrojo, ojos celestes zafiro, piel tan blanca como la porcelana y unas coloradas pecas salpicadas en sus pómulos. Ella era la princesa Mérida. Con su arco de madera disparaba flechas a diestra y siniestra, todas daban en el centro de unos pedazos de madera que simulaban dianas, y su vez, la princesa, iba cabalgando. Paró en un prado y se recostó mirando el cielo.

—Si pudiera ser libre...—dijo Mérida y Angus soltó un bufido— ¿Qué sucede, Angus? —la pelirroja se dio cuenta de que ya atardecía—. Bueno, ya vamos, agua fiestas.

  Se paró a la vez que el caballo también lo hacía, tomó su rienda y comenzó a caminar.

  En una torre muy oculta entre las profundidades del bosque del Reino del Sol, yacía Rapunzel. Una muchacha con una dorada cabellera tan larga como tu imaginación pueda permitírtelo. Su cabello medía alrededor de tres metros de largo, pero eso no era lo más maravilloso que poseía esa joven. Sus ojos eran tan verdes como el pasto al que reflejaba el sol en el mediodía. Su nariz era respingada y sus labios eran rosados. Ella se encontraba sentada sobre la ventana, mirando el afuera.

—Pascal ya sé que quieres salir y esta vez... esta vez le diré a madre lo que quiero por mi cumpleaños.

—¡Rapunzel, deja caer tu cabello! —gritó la madre abajo de la torre. 

  Rapunzel obedeció; tiró su cabello por la ventana y la madre se colgó de él mientras que Rapunzel jalaba para subirla. Y una vez arriba, su madre canturreaba al hablar.

—Hola cariño, como hoy es tu cumpleaños te traje muchas pinturas para que termines ese hermoso cuadro misterioso ¡SORPRESA!

—Oh, gracias, madre. Bueno... es que... hay algo que... que bueno... —balbuceaba la muchacha jugueteando con uno de sus mechones de pelo.

—Rapunzel, deja de balbucear. Odio que balbucees —dijo la madre.

—Bueno es algo que lo deseo desde hace varios cumpleaños, es... ¡Ir a ver las luces flotantes! -explotó Rapunzel.

—¿Hablas de las estrellas?

—No, las estrellas no son, son una especie de luces que aparecen en mi cumpleaños y solo en mi cumpleaños.

—Rapunzel, ¿qué te dije del exterior? ¿Y si te cortan el cabello? ¿y si alguien te secuestra o cortan tu cabello? Y si... —la mujer fue interrumpida.

—¡Lo sé, Madre! Pero iría contigo, tú me protegerías ¡Ya soy grande, tengo 17 años, mañana serán 18! ¡Déjame salir! —suplicaba Rapunzel.

—Rapunzel ¡no quiero hablar de esto! —dijo entre dientes la madre

—Pero...

—¡Calla! No quiero hablar de esto, ya te dije que no saldrás de la torre jamás. Y son mis últimas palabras.

  Rapunzel se quedó callada, se fue a su cuarto sollozando. Después de una hora le dijo su madre que iba a salir y como siempre la ayudo a bajar con su larga cabellera.

—Te espero aquí..., como siempre —dijo Rapunzel desanimada.

La rubia fue a su habitación, se acostó en la cama y miró el techo pensando.

—Si pudiera ser libre... —susurró.

—¡Vamos, Chimuelo, tú puedes! —dijo un castaño "conduciendo" a un dragón negro azabache—. Bien hecho, ahora sólo...—dijo desatando la cuerda que mantenía al dragón en el suelo— volaremos sin la cuerda... —cuando la desató Chimuelo salió disparado hacia atrás— ¡Esperaaa! ¡Chimueloooo! ¡Despaciooooo!-Chimuelo aterrizó— bien, funciona —dijo el castaño Hipo bajando de su dragón.

The Big Four #1: Las leyendas se unen. *corrigiéndose*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora