Capítulo ocho.

57 8 0
                                    

Estábamos bien, nuestra relación se había fortalecido y de hecho, los problemas habían quedado atrás, no pasábamos de tener pequeñas discusiones tontas que no alteraban nuestra relación, quería asegurarme de hacer las cosas bien, nos habíamos dado otra oportunidad luego de lo sucedido en Enero y deseaba aprovecharla al máximo. Con el paso del tiempo podía observar cómo nuestra relación se había intensificado, cómo mi amor por ti crecía, definitivamente teníamos algo especial y único. Algo que no se encuentra en cualquier relación. Sin embargo, el miedo siempre estuvo y está allí, el miedo a volver a equivocarme o simplemente no saber sobrellevarlo, lo que sentía por ti no podía siquiera describirse con simples palabras, mi mundo giraba entorno a ti y el miedo, ese miedo que por noches me invadía, ese que tanto sacaba lágrimas y colocaba en mí una presión en el pecho no dejaba de estar presente.

Quizá todos tenemos un miedo o varios miedos en específico, quizá algunos los han descubierto y otros no. Yo no supe lo que era un verdadero miedo hasta que tú llegaste a mi vida, pero tampoco supe lo que era dar y recibir un verdadero amor hasta entonces. No fue hasta que tú llegaste que supe lo que verdaderamente era estar enamorada, lo que de verdad era preocuparse por alguien o simplemente estar siempre al pendiente de una persona. Llegaste para dar un giro inesperado en mi vida y para quedarte, llegaste para enseñarme que nada es lo que parece y que no todo está perdido en una mala situación, pero principalmente llegaste para quedarte a mi lado.

Luchaste y sigues luchando por mí sin cesar, luchamos por nuestro amor día y día, luchamos por llegar a estar juntos. Tratamos de encontrar la manera de llegar al otro e inclusive, aunque todo parezca imposible algunas veces, siempre estás para darme la esperanza que necesito. Nuestro amor es el causante de lo que tenemos y amarnos es llenarnos, es mantener la esperanza en pie, es felicidad pura, es amar sin límites, es esforzarnos cada instante por lo que tenemos y por lo que queremos.

En mi mente no existe la casualidad, en mi mente lo que ahora tenemos es por una o muchas razones que pronto saldrán a la luz y hasta ahora, en los 19 meses que han transcurrido desde que volviste a mi vida sólo tengo una completamente clara; tú y yo, nos completamos el uno al otro.

El Ocaso de una Rosa. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora