Capítulo dos.

168 22 12
                                    

25/01/2016

Recuerdo cuando volviste...

Fue un veinticinco, veinticinco de Enero del año pasado.

Volviste a través de un mensaje, volviste para no irte esta vez, pero con la diferencia que ahora estabas a kilómetros de distancia, convirtiéndose así las posibilidades de encontrarnos en unas casi imposibles. Sí, te mudaste, y lo hiciste lo suficientemente lejos como para que al pasar del tiempo mis esperanzas para estar a tu lado fueran disminuyendo.

Cuando recibí tu mensaje, la conversación fluyó con las típicas preguntas de siempre. Tú habías vuelto y yo no lograba recordar quién demonios eras y poco después, los recuerdos impactaron en mi memoria. 

En aquel momento no pasó por mi mente que te convertirías en lo que ahora eres, jamás creí que podrías llegar tan repentinamente y apoderarte de mi mundo, de mis pensamientos y de quien soy. Te adentraste en lo más profundo de mis pensamientos y te hiciste dueño de ellos.

Desde el primer instante noté ese "algo" especial en ti, eso que cualquier persona no tiene y que al momento me tocó descifrar.
Resultó que eras diferente, estabas roto y necesitabas que alguien te reparara.

Los días tomaron su rumbo y nosotros el nuestro, hundiéndonos así a través de mensajes que poco a poco se hicieron continuos. Contigo, los días se convirtieron en horas y las horas en segundos, ya no eran días los que transcurrían sino meses y con el pasar de ellos, nuestro amor se intensificó tanto que no me di cuenta cuando te convertiste en mi ocaso.

Ese que necesitaba para sentirme acompañada en aquellas tardes donde la soledad abundaba en mí, tan sólo un poco de tu brillo opaco era lo suficiente para darme la luminosidad que necesitaba para sentir la compañía que tanto anhelaba; y sin darme cuenta, me había convertido en tu rosa.

El Ocaso de una Rosa. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora