Olvidarme de ella, eso es lo que pasaba una y otra vez por mi cabeza mientras miraba embobada de nuevo la sonrisa de la que era mi mejor amiga mientras ella me hablaba de su novio.
Y es que, no era justo para mi seguir mirándola como lo hacía, pues aquello me causaba dolor, pues mientras yo la miraba así, ella miraba así a otro, y a mi jamas me gusto ser pieza de segundo plato.
Lo peor es que aquella chica no era más que una persona de carne y hueso, como cualquier otra, por eso no entendía qué era aquello que me atrapaba, en aquel momento no sabía explicarlo y si me preguntasen ahora, tampoco sabría hacerlo.
- Violet, ¿me estás escuchando? - su pregunta me hizo salir de mis pensamientos y entonces subí la mirada a sus ojos mientras asentía.
- Claro que lo hacía, ¿qué tipo de persona crees que soy? - le dije mientras fingía indignación con una sonrisa divertida, ella negó con la cabeza mientras negaba.
- ¿Entonces dime? ¿Te gusta el nombre de Lorien para mi hijo con Jack? - y entonces, alcé una ceja.
¿De verdad ella ya tenía claro que se casaría con él y tendría un hijo llamado, al parecer, Lorien? ¿Eso no era muy precipitado teniendo en cuenta que no éramos tan mayores?
- Sí, claro, es precioso. Y yo seré su tía favorita. - le dije con una sonrisa y ella siguió hablando de lo bonita que sería su vida cuando vivieran juntos y otras mil otras cosas.
Su novio, Jack, tenía unos años más que nosotras, me sonaba que entre 3 y 4, no suelo prestar atención cuando me habla de él, y vive en un lugar de Inglaterra. En cambio nosotras vivimos en España, en puntos diferentes, porque yo soy de Valencia y ella de Cádiz, pero en el mismo país al menos.
May y yo llevábamos hablando desde marzo, y aunque ahora nos encontrábamos a finales de julio, mi confianza en ella y el amor que sentía había crecido por momentos, aunque yo me molestaba en mantenerlo en secreto y que nadie se enterara, y mucho menos Raul.
Raúl, era un gilipollas, muy muy grande, pero por alguna extraña razón, me conformaba con él, May siempre nos había querido juntos y yo era incapaz de no darle lo que quería cuando me lo pedía. La ceguera del amor supongo, no me dejaba ver bien a la persona a la que yo llamaba novio. El y yo llevábamos desde febrero, desde el 10 para ser exactos, el vivía cerca de May y eran grandes amigos, al menos eso me habían dicho, porque tampoco es que hubiera visto una foto de ellos juntos.
- Oye, ¿y tú con Raúl que tal? - preguntó ella e hizo que mi atención total se fuera de nuevo a la pantalla.
- Bien supongo, hablamos y estamos más o menos bien, pero últimamente está desapareciendo muchísimo, y no sé por qué, - realmente si, pero no debía decirle que no confiaba en ella y que pensaba que ella se hacía pasar por Raúl, porque, si me equivocaba, sería jodidamente vergonzoso y ella podría enfadarse y yo perderla para siempre.- pero supongo que es porque está con su padre y la piscina y demás, es normal, ¿no crees? -
- Eso creo bebita, de todos modos, ¿por qué no lo hablas con él? - me encogí de hombros, la verdad es que no quería hablar de aquello porque sabía que me saldría con excusas baratas que acababan en peleas.
- A dormir. - dijo mi madre asomándose por la puerta. yo asentí y miré la persona que brillaba en la pantalla de mi tablet, la misma que hacía un puchero que supuse que significaba: «No te vayas, quédate conmigo.», me podría haber quedado, pero no podía, así que, me limité a darle las buenas noches y decirle que la quería.
Cuando ya había pasado un rato, entorné mi puerta para que no se viera el reflejo de mi tablet en el espejo y mi madre viera que estoy despierta y le hable a May hasta que el sueño pudo conmigo.
Aquella noche soñé con despertar a su lado, acariciar su pelo o espalda con las uñas, como yo sabía que le gustaba, abrazarla cuando sus pesadillas la hicieran temblar por las noches, o simplemente susurrarle que la quería más que a nadie y que el sentimiento estaba acabando conmigo muy lentamente.
Nunca me había sentido atraída por una chica, ella era la primera, aunque también había tenido siempre muy claro que lo mío no eran los chicos, y aunque tenía miedo, también tenía ganas de gritarle a todo el mundo lo que sentía y como lo hacía.
Porque, seamos sinceros, ¿realmente importaba si ella decía que no, o decía que si? las cosas serían iguales, al menos para mi si me llevaba una negativa y si me llevaba una afirmativa, quizás algo cambiaría, pero seria a mejor, además, siempre he tenido claro que, el hecho de que una relación amorosa se rompa, no implica que haya que perder a la persona de forma amistosa también.
A pesar de todo esto, y de lo segura que parecía de las cosas, ese día, no le dije que la quería, y si lo hice, ella no entendió de qué forma era, porque era de muchas, pero yo todavía no estaba preparada para llevarlas al exterior.
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Violetas.
RomanceHace muchos años las estrellas se alinearon para dar paso a una historia que brillaba tanto como ellas, demostrando asi que da igual a quien beses, a donde vayas, con quién bailes tu canción favorita, con quién sientas mariposas y quien suelte tu zo...