Capítulo 14.

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Días después me encontré con una amiga para hablar de cómo me sentía tras su marcha, sobre mis sentimientos, los nuevos, los conocidos y los que habían cambiado, a pesar de todo aquello, de como me costaba soltar las cosas y de mi irremediable necesidad de tener todo guardado en una cajita, reflexionando mientras mi mirada se clavaba en un punto fijo llegué a la conclusión de que, desde mi punto de vista, ciego y alocado, había conocido por fin lo que era el amor.

Normalmente todos conocemos el amor romantico idílico en las peliculas y las series que nos ponen desde pequeños, nos enseñan al principe y a la princesa en apuros, al dragón malvado, el castillo en muy muy lejano y todos esos detalles cursis de color de rosa que nos dan una idea del amor ciertamente insana.

La primera vez que May me hizo sentir que quizás no me quería y esto no era una película de amor romántico fue en aquel apartamento, no solo por el empujón, también por las cosas que no quise hacer y me sentí obligada a hacerlas por el simple hecho de evitar una pelea y complacerla. Lo peor ni siquiera era eso.

Lo peor era que me había enamorado de ella y lo estaba sintiendo de verdad, y no era algo que acabará de empezar a sentir, era algo que había durado tanto tiempo escondido que al salir me inundó por completo de una mezcla entre felicidad y una sensación de miedo que aun cuando lo pienso me pone la piel de gallina y me hace temblar, hablaba al 100% de un sentimiento del cual no mentía, hablaba y sentía algo con tanta intensidad, que a veces pensarlo mareaba, porque era malo, porque era intenso, intenso de sentir, de vivir y de llevar, porque sentir algo tan grande nunca fue fácil y mucho menos a distancia cuando sabes que en algún momento volveréis a veros y sus manos estarán ahí, y sus súplicas, y la manipulación, y el miedo... pero ahí estaba yo, con mis más y mis menos luchando contra corriente por una vida a su lado, por una vida por y para ella. Luchando para llevarla de viaje a los lugares que yo sabía que quería ir, luchando por cada cosa que yo sabía que debía y quería hacer a su lado, pero también luchando contra mi misma, contra la verdad que sabia que existía y no quería ver.

La parte mala nunca fui capaz de sacarla, por eso mi amiga dijo:

«Pensé que los amores así, solamente aparecían en las películas románticas y los libros de amor.»

Y en aquella época, con mis casi dieciséis años, pensé que mi amor por ella era de película, porque pensaba llevarla a recorrer el mundo en 80 días, o más.

Pensaba que la enamoraría todos los días, y si perdiera la memoria le recordaría cada cosa que hemos hecho hasta ahora.

Pensaba que la salvaría de un apocalipsis zombie, vendería mi alma al diablo y me haría mortal por pertenecer con ella en la tierra.

Pensaba que dejaría la ciudad por vivir con ella en una selva e incluso me pasaría meses construyendo su puerta para volver a verla.

Pensaba que viajaría a través del espacio tiempo de forma constante si así pudiera ayudarla aunque eso me perjudicará.

Pensaba que mataría a Voldemort e incluso le cedería mi plaza en Hogwarts para que ella pudiera estudiar en donde sé que quiere.

Pensaba que podría, no sé, tirarme al barro, hundirme y me levantaría por ella, o me pondría de protector sobre una cama de pincho para que el dolor no le llegará.

Pensaba en que compraría el armario que la lleve a Narnia para que pueda ser amiga de aslan y reinar, al fin y al cabo, siempre he pensado que es una reina.

Hasta pensaba que aprendería a bailar solo por hacerlo con ella, y le cantaría hasta quedarme afónica si eso es lo que ella necesita.

Pensaba que lo daría todo por ella.

Lo tuve claro en su momento, y ahora lo pienso y me doy cuenta, de que por la única que debí haber hecho todo eso era por mi, y no por ella.


Violetas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora