Abrí con miedo y a la vez con curiosidad.
Para mi sorpresa, no había nadie allí dentro, sólo un gran despacho en el que el blanco y el rojo eran los protagonistas.
Me parecía muy sombrío (aunque no tanto como mi celda) y bastante siniestro por la cantidad de esqueletos que había, pero mi temor llegó a su nivel más alto, cuando vi un corazón humano en un tarro, en ese momento eche a correr hacia la puerta, pero... ya era demasiado tarde estaba cerrada con llave y no había forma alguna de salir. Decidí golpear la puerta, presa del pánico y de repente escuché una grave voz:
-Deja de golpear, es inútil-
Yo me giré lentamente y para mi sorpresa me encontré con un adolescente pelirrojo con unos bonitos ojos verdes.
-¿Quién eres- dije yo
-¿Eso importa?-
-¡Sí!-
-Eres tal y como te recordaba-
-¿Me conoces?-
-Claro, ¿Quién crees que te trajo aquí?-