Starboy ● Justin Bieber

Capitulo 14

"¿Te arrepientes de haber ido a esa fiesta?"

Caminé por el apartamento de Hannah divisando las preciosas vistas que las ventanas proporcionaban desde la entrada. Adoraba ese loft por eso mismo. No hacía falta nombrar las numerosas veces que se me había pasado por la cabeza el hecho de irme a vivir con ella... aunque Mike esa semana había mantenido la cordialidad y parecía hasta preocupado por mi estado después de haber visto aquella entrevista al idiota de Alex.

Llevaba todo el día lloviendo sin parar. Nada más levantarme de la cama, sobre las once y media de la mañana, me había preparado algo para desayunar y había salido pitando de casa para dirigirme a la de Hannah. Habíamos quedado en comer allí juntas, para que le explicara cómo había ido la mañana anterior con Justin.

Habíamos hablado por mensajes, pero lo justo. Ni siquiera había podido llamarle para contarle algún que otro detalle... había pasado el día con su padre, ya que se tenía que ir esa misma madrugada de viaje a Seattle.

—Siempre que vienes aquí, le haces más caso a la ventana que a mi.— Hannah se quejó frunciendo su ceño ligeramente mientras llamaba mi atención y me giraba inmediatamente.

—Claro, he venido aquí para visitar a la ventana, no a ti.— Rodé mis ojos negando con mi cabeza. —No seas exagerada anda.—

Suspiró profundamente. —Lo que sea.— Agitó su mano con desdén y alcé mis cejas algo sorprendida por su actitud repentina.

—¿Va todo bien?— Me acerqué a ella algo confundida. Hannah se sentó encima de una de las sillas que había al lado de la barra larga de desayuno, justo en frente de los grandes ventanales de la casa.

Suspiró profundamente y asintió con su cabeza. —He discutido con mi madre... le he dicho que tenía pensado quedarme a vivir aquí, pero ella quiere que vuelva a New York.— Le miré apenada mientras pasaba mi mano por su hombro dándole un ligero apretón.

—¿Se lo has dicho hoy por primera vez?—

Asintió con su cabeza. —Si.—

—Quizás le ha sorprendido y necesita tiempo para digerirlo.— Hice una mueca.

Suspiró negando con su cabeza. —No lo sé, Ariana. Es muy cabezota... si se le mete una cosa en la cabeza, es difícil sacársela.—

—Si quieres... puedo hablar yo con ella.—

Alzó su mirada para sonreírme levemente. —No te preocupes. Supongo que tienes razón y necesitará tiempo.— Hizo una mueca apenada.

Acaricié su espalda intentando darle algo de apoyo. —Va, venga. No te desanimes... ¿quieres que te traiga otra vez hamburguesas y esa tarta que tanto te gusta?— Pregunté ladeando mi cabeza mirándole con diversión y rió negando.

—Eres genial.— Comentó antes de darme un abrazo que me pilló totalmente por sorpresa. No era una persona que fuera demasiado cariñosa, pero de vez en cuando nunca venía mal un abrazo y más de una persona que significara bastante para ti.

—Lo sé, me lo dicen mucho.— Respondí en su cuello mientras ella se apartaba y yo reía.

Negó con su cabeza. —Ya te has cargado el momento bonito.— Frunció su ceño.

Yo reí divertida. —Pero que es broma. Ya sabes que... no sé muy bien qué decir cuando me dicen esas cosas.— Me encogí de hombros despreocupadamente.

Ella me sonrió a sabiendas. —Lo sé, te conozco como la palma de mi mano.— Me guiñó su ojo con diversión y me dedicó una sonrisa antes de coger el teléfono inalámbrico que reposaba sobre la mesa de la cocina. —¿Te apetece chino?—