~Capitulo 4- Confia En Mi~

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Sollozos y más sollozos nacían de su garganta, pero Serenity no hacía nada para refrenarlos. Se sentía desesperada. Había alejado de su lado al único hombre que jamás había amado, y aunque, sabía que volvería, que le vería muchas más veces, debía decirse a si misma que nunca, jamás, volvería a besarle o a sentir el calor de sus brazos. Corrió en dirección a sus aposentos rezando por poder esquivar toda la guardia real siendo consciente que en ese estado no sería capaz de concentrarse y tele transportarse hasta ellos. Pero no se cruzó con la guardia real, en vez de eso, topó con un príncipe al que no deseaba ver, y mucho menos, en ese estado. Endymión se levantó de la banca en la que estaba sentado con una sonrisa altanera al verla, pero se borró muy rápido al divisar su rostro bañado en lágrimas con los pálidos rayos de una farola.

•Endymión -¿Princesa? - Serenity no se paró y salió de allí tan rápido como pudo, pero muy pronto una mano apresó su muñeca girándola y encarándola a un rostro que odiaba. El rostro causante de todas sus desgracias.- Dios...estas llorando...

•Serenity -No es tu asunto. Suéltame.

•Endymión -No pienso hacerlo.- La chica forcejeó y tras varios amagos logró soltarse y golpear al príncipe en el rostro.

•Serenity -Te dije que me soltaras.- Y girándose volvió a partir. Pero el agarre de su muñeca una vez más la hizo girarse encolerizada. Un príncipe muy molesto la atacó entonces y ella furiosa de igual manera, o más, respondió a su ataques. Pronto lo tenía tumbado en el suelo debajo de su peso como aquella primera noche que el interrumpió en su habitación.- ¡¿Qué diablos quieres de mí?!- El príncipe la observaba aún con la respiración entrecortada por el ejercicio, pero demostrando una rapidez y agilidad increíbles intercambió los papeles dejando ahora a la princesa de la Luna bajó su cuerpo. La apresó con ambas manos y piernas y sus rostros se habían quedado a sólo unos centímetros de distancia.

•Endymión -¡Que confíes en mí y me cuentes porqué lloras! ¡Eso quiero!

•Serenity -¡¿Y a ti que te importa?!

•Endymión -Tú sólo dime porqué estas llorando. - la princesa forcejeó pero con ello sólo consiguió tener aún al príncipe más encima de ella. Presa por la ira golpeó con su frente la cabeza del príncipe que cayó dolorido a su lado.

•Serenity -¡No te concierne lo que yo haga o deje de hacer! Así que dedícate sólo a tú papel y deja de intentar ser amable. Ya me has demostrado que lo que me pueda pasar o lo que yo sienta o incluso como soy, te importa una mierda.

•Endymión -¿Qué?

•Serenity -¡Que te olvides de mí, engreído de mierda!- Endymión parpadeo un par de veces confuso, pero antes de que ella pudiera salir del lugar desarmó su espada y la aprisionó contra su cuello. La princesa se heló donde estaba.

•Endymión -Jamás, en tu vida, vuelvas a hablarme en ese tono niña. - una vena irritada apareció en la frente de la princesa. Sus ojos aún retenían lágrimas, pero poco a poco desaparecían tras su indignación.- ¿A qué viene todo este numerito? ¿Es que acaso eres tan inmadura como pareces? Te importa una mierda tu reino y tus obligaciones. Dices que te casas cumpliendo con tu deber pero faltas el respeto a tu prometido y a su pueblo constantemente. Y ahora, cuando muestro interés por ti, ¿me golpeas y me insultas? Vete al diablo mujer.

Endymión bajó la guardia y guardó el arma de nuevo. Serenity se quedó donde estaba, contemplando el rostro airado de él. Ese era el hombre que la hacía sufrir, una vez, y otra, sólo con su presencia. Era el hombre que se interponía en su felicidad. Sí, era cierto. Pero debía admitir que de no ser él, otro se lo impediría. No tenía la culpa de lo que ocurría, y estaba claro que él tampoco deseaba ese matrimonio. Aún así no hizo nada cuando él se giró y abandonó el lugar completamente indignado. Había ofendido al príncipe de la Tierra, y eso podía pagarlo caro. No sólo ella, sino su pueblo si a él se le ocurría romper el compromiso. Así que tragándose su orgullo y sus lágrimas fue en su busca. Lo encontró sentado en uno de los bancos del jardín en el que ella había estado antes con Seiya. Parecía abatido y cansado. Había dejado reposar la cabeza en sus manos y contemplaba el suelo como si esas baldosas fueran a rebelarle alguna solución a sus problemas. Serenity tomó asiento a su lado alterando sus pensamientos. Se miraron un momento, sólo unos segundos, y ambos se calmaron. Se habían dicho lo que necesitaban con sólo una mirada, y eso tranquilizó a Serenity. No era un hombre vacío de sentimientos, ni tampoco desprovisto de razonamiento. Era un hombre capaz de hablar sin decir nada, y eso, era algo que había que saber valorar y apreciar.

•Serenity -El asunto de nuestro compromiso me aterra.- Endymión contempló a la princesa mientras hablaba, sin expresión alguna, sólo la miraba.- Soy una niña, eso es obvio. Aún no cumplo los dieciocho y ya estoy comprometida. No sé si seré capaz de sentir algo más que aversión por ti. Crecí con el sentido del deber y jamás dejé nacer esperanzas en mi corazón de contraer matrimonio por amor. Pero aún a pesar de mi resistencia, esas esperanzas, por ínfimas que fueran, nacieron. Y saber que, mis esperanzas de hallar el amor, se esfuman por momentos, me hiere y me desprotege. Siento ser así de débil, pero es la realidad. Hubiera preferido, que no lo supieras. Seré Reina cuando nos casemos, y la Luna siempre ha tenido reinas fuertes y valientes dispuestas a todo por cumplir con su deber. No me siento digna de tal honor en estos momentos.- Endymión suspiró cansado y dejó que su cabeza reposara en el respaldero del banco.

Tierra y Luna - Sailor Moon [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora