no más vicodin.

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era un día caloroso para ser principios de otoño pero para el renombrado diagnosta Gregory House era un dia en el cual el clima no le interesaba en lo absoluto ya que el dolor en su pierna lo atrofiaba más que otros días y eso lo ponía más borde de lo convencional.

-House la paciente de la cama 3 tuvo combulsiones nuevamente- Foreman entró a la oficina del diagnosta con una carpeta color rojo en su mano - se descartó epilepcia parcial y su temperatura corporal es de 37,6.

-realiza una punción lumbar y descarten meningitis- respondió sin ver a Foreman y sin levantarse del sofá -hay un 2% de casos en el que la temperatura corporal no es un síntoma clave.

- también ordenare unos análisis de sangre para descartar riquetzia- el moreno salió a paso apresurado dirigiéndose a la habitación de la paciente.

House sabía que no era Riquetzia, la madre de la chica que se combulsionaba en la habitación número 3, tenía síndrome obsesivo compulsivo así que sobreprotegia a su hija de acercarse a cualquier animal que pudiera ensuciar o dejar un mal olor en su ropa y era más que obvio que la casa de esa chica debía estar desinfectada hasta de los clavos, pero dejó que Foreman sintiera que era útil sin su ayuda luego se encargaría de recalcarle todos los puntos ya mencionados en el expediente de la paciente y los datos que la madre dio.

a duras penas se puso erguido y tomó su bastón dispuesto a ir a la farmacia por mas vicodin no estaba de humor para soportar más el dolor.

cada paso fue una tortura y al llegar al elevador se sintió algo aliviado recargando todo su peso al bastón y su pierna sana.

-te vez fatal- Wilson subió en el siguiente piso mientras acomodaba un bolígrafo en el bolsillo dé su impoluta bata blanca.

-el dolor no es un buen compañero de cama- giro la cabeza hacia el oncologo

- crei que tomar vicodin como caramelos te servía de algo- House sólo torció los ojos.

-si funcionan sólo que ayer se me olvidó pasar por mas y llevo más de 12 horas sin ingerirlo, el dolor me está matando.

-eso parece un nuevo record- se burló levemente James antes de bajar directo a la oficina de Cuddy.

las puertas metálicas se abrieron y House dio pasos lentos hasta salir del cubículo, si vista se paseó por todo el primer piso de clínica deteniedose en una melena lacia y castaña que estaba casi enterrada en una enorme caja de cartón, camino con una ligera mueca dé dolor y se quedo quieto en el mostrador.

-no creo que encuentre el camino a narnia- solto recargando un codo.

la pequeña figura se tenso dando un ligero salto y sacando la cabeza y la melena castaña de aquella caja.

los ojos del diagnosta se encontraron con aquel par de orbes color miel  y de pestañas largas que lo miraban nervisos.

-perdón no lo vi, yo- señaló la caja - me llegaron incompletos algunos medicamentos- puso sus gruesos labios en una sola línea -y tengo que hacer el inventario.

- eso no es problema mío- el doctor le dio una leve sonrisa fingida - 30 de vicodin- colocó el pequeño contenedor amarillo de un golpe sobre el mostrador.

-lo siento doctor House pero la doctora Cuddy me prohibió suministrarle más medicamento en lo que resta del mes, no hace ni 15 días que le di la última dotación de 30- la castaña elevó una de sus finas cejas hacia House.

-no me interesa en lo más mínimo lo que Cuddy diga...ahora llename ese maldito frasco con vicodin- apretó los dientes al decir la última frase.

Oneshots Dr HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora