Mi respiración no me hacía mejorar, la calma que mi cerebro intentaba hacer reinar no ablandaba mi rigidez; mi cuerpo estaba tan extremadamente tenso que me hacía pensar que eran los latidos de mi corazón los que producían esos golpes metálicos que...
- si quieres, podemos ir llendo. Pero a pié. Mile a trabajado mucho por hoy.- me dijo Vitality, sentada en la mesa del comedor.
Yo me encogí de hombros. Se quedó todo en silencio, pero el ruido de un jarrón cayendo en la habitación de mi amiga, hizo que se me congelara un tanto la sangre.
- ¿ha- hay alguien más en casa?
- no. Solo mi mascota.- dijo.- pfff. Ahora tendré que recogerlo.
Yo suspiré de alivio. Dirigí la mirada al pasillo y pude ver aparecer a un cachorro de gato, negro con unos brillantes ojos color ¿rosa? Sí, sus ojos eran rosas, pero ya nada podía sorprenderme.
- ¡oh! Es encantador.- dije yo mientras el pequeño animal avanzaba hacia mí.
- se llama Lobo. ¿irónico, eh?
La verdad es que era una nombre muy divertido para un felino. Entonces recordé que antes de viajar a Auritumland, mi padre y yo buscábamos un gato para tenerlo de mascota, y estábamos buscando nombres. A mi madre no le hizo mucha gracia cuando le contamos que queríamos un animal de compañía, pero, al final, acabó aceptándolo. Aún seguíamos buscando ofertas de adopción de felinos y seguíamos pensando nombres; por lo tanto, el gracioso nombre de "Lobo", había entrado en mi lista de posibles.
- es gracioso.
El animal saltó a mi regazo y se acomodó abrazando una de mis rodillas con su peluda y pequeña pata. Yo acaricié su cabeza hasta lograr sacar de su abigotada boca un pequeño ronroneo.
- ¿y ese color de ojos?- pregunté a Vitality.
- es un gatito muy especial. Todas las mascotas aquí tienen algo extraño, que se reflejan en su imagen. Este pequeño, tiene los ojos rosas, y... Tiene un poder.
Yo no quise decir palabra.
- ¿quieres una demostración?
Yo asentí, sin mucha seguridad de lo que estaba haciendo.
- Lobo, ¿se lo enseñas?
El gato bajó de mi regazo, y se quedó quieto, en el suelo. De repente, una expansión cegadora de luz empezó a salir de su cuerpo, quitando la figura de sus patas y su cabeza de mi campo visual. La iluminación comenzó a ceder al cabo de un rato, y, cuando quise divisar algo, el gato ya no estaba. Su cuerpo de animal se había cambiado por el de un muchacho de piel algo más colorida que la de Vitality, unos ojos rosados y fantásticos, y una melena extremadamente negra que ascendía hacia arriba en caóticos mechones.
