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Desperté en mi coche, con poca luz a mi alrededor y con la cara apoyada sobre el volante

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Desperté en mi coche, con poca luz a mi alrededor y con la cara apoyada sobre el volante. Miré a los lados.
No me lo podía creer, estaba en el parking del instituto.
Definitivamente, en esa dimensión pasaba el tiempo muy despacio. Eso, o en la Tierra los minutos volaban.
Lo que no me podía creer era que nadie me hubiera despertado ni me hubiera visto.
Otra cosa que me preocupaba era mi padre, que no estaría enfadado, sino con el corazón fuera del pecho al no haberme visto entrar por la puerta.

Miré el móvil. Las 3:02 a.m.
Solté un suspiro algo tembloroso y apoyé los brazos sobre el volante.

- ¿y ahora qué?- me pregunté a mí misma.

Cojí la mochila y me la coloqué a la espalda, después agarré el móvil y las llaves de casa de la guantera.
Salí del coche frotándome los brazos con abas manos, el poco viento que venía, era muy frío, y hacía que la chaqueta negra vaquera que llevaba me pareciese poco.
Andé con algo de tambaleo hacia la valla del instituto. La única opción que tenía era saltar. Miré el final de la enorme reja, y me entraron escalofríos tan solo de pensar en el viento que soplaría ahí arriba.
Decidí guardar las llaves y el móvil en el bolsillo pequeño de la mochila, para tener mejor equilibrio.
Posé mis dedos sobre dos de los muchos agujeros de la valla, apoyé los pies sobre el alto bordillo que estaba al pie de ésta, e hice fuerza con los brazos.
Fuí cambiando las extremidades de sitio, subiendo cada vez más y más alto.
Cuando llegué al final, pasé la pierna al otro lado y me quedé sentada mientras el aire intentaba desequilibrarme.
Entonces, mi campo de visión empezó a nublarse.

- no, por favor... Ahora no...- me supliqué a mí misma.

No podía tener una visión en ese momento, me caería y me daría en la cabeza contra el bordillo sobre el que había empezado a trepar.
Sentía como mi cuerpo se agitaba, eso era nuevo; y en el campo negro que había invadido mi vista, empezaron a dibujarse unas brillantes y bonitas líneas verdosas, que, como el trazo de un lápiz de color, empezaron a formar la ilustración de una ciudad.
El viento aumentó de una manera colosal, formando un pequeño remolino al rededor de mi cuerpo, que empezó a tambalearse.
Las líneas verdes cada vez dibujaban más deprisa, entonces lo pude descifrar: estaban dando origen a mi dimensión alternativa.
Dentro de las rayas brillantes que pintaban edificios al rededor de mí, se comenzaron a rellenar espacios con colores más realistas, coloreando las ventanas, las ruinas, las puertas etc. Igual que yo lo veía.
Fue entonces cuando, involuntariamente, me tumbé hacia un lado, logrando agarrarme con las manos, pero dejando mis piernas colgando.
Intenté no soltarme, pero una fuerte ráfaga de aire consiguió que mi cuerpo se estampase contra una parte del bonito dibujo de la ciudad. Decidí cerrar los ojos para no ver como me acercaba al suelo.

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                                                                                                      AURITUMLAND

Abrí los ojos cuando pasaron un par de segundos, teniendo en la cabeza la idea de que tenía los dos hombros dislocados, las dos piernas rotas y un esguince de grave nivel en ambos tobillos. Pero, no.
Cuando conseguí ver dónde estaba, dejé atrás la teoría de que tenía el cuerpo entero hecho trizas, y empecé a creer que ya ni siquiera tenía un físico que romper.
Estaba quieta, entre las nubes de un enorme cielo. Pero no era el mismo cielo encapotado en lluvias y niebla que tenía mi pueblo. Para nada.
El blanco de las nubes destacaba entre el limpio y puro fondo azul.

Intenté concentrarme en estar quieta, y no caer al vacío, tan solo por si por algún motivo estaba... No sé. ¿viva?
Fue en ese momento en el que empecé a notar como mi cuerpo se acercaba a gran velocidad al suelo, atraído como un imán.
Grité con todas mis fuerzas, aunque sabía que nadie podría oírme ni ayudarme. Era tan solo por el gusto de chillar.

Volví a cerrar los ojos mientras mi cuerpo aceleraba en la caída como un cohete a punto de estrellarse.
Decidí mirar hacia donde estaba cayendo, solo por un segundo.
Ahora ya no había nubes ni cielo, sino edificios color esmeralda, pisos caídos, y... ¿dragones?
Un enorme bicho con aspecto de dragón, dió un coletazo al lado mío, creando una ráfaga de aire que me movió hacia la derecha.
Y, diréis: si era una dimensión moderna, futurista y enormemente avanzada, ¿cómo pueden haber criaturas medievales? Para nada poseían el aspecto de un dragón normal. Eran bichos tres veces más grandes que los que yo había visto en películas, su piel no era de reptil, tenía la misma textura que una armadura color plata, y solo tenía escamas en su larga cola, además, estas parecían ser de aluminio. Sus ojos eran cámaras, y en su metálica cabeza parecía llevar sensores, radares y pequeños cañones, listos para una batalla.

Seguí cayendo,  mientras esos dragones- robots  bailaban a mi alrededor. En un instante, uno de ellos, el más azulado y armado, me dió un coletazo en la pierna, haciéndome una pequeña herida y originando el choque de mi cuerpo con otra de las criaturas que estaba a mi derecha.  Esta voló por debajo de mí, haciendo que yo me sentara sobre su mecánico lomo.

- ¡AAAHHHHH!- chillé.

¿me querían hacer daño? El simpático movimiento que me dirigió la criatura me dijo que no.
En ese momento solo podía escuchar el silvido del fuerte viento que relentizaba un par de segundos el vuelo del dragón; eso sin contar con el melodioso sonido de los engranajes y la mecánica interior de este.
Cuando llevábamos un par de minutos volando por el aire, se comenzó a ver más nítidamente el suelo y en un par de segundos, el enorme bicho cogió velocidad y cuando quise darme cuenta, ya había posado sus cortas piernas en lo alto de un gigantesco edificio que aparentaba estar hecho de vidrio.
Me bajé de su lomo, y el dragón se sacudió, haciendo sonar el choque de sus metálicas escamas.

*Bienvenida a Auritumland, la dimensión del futuro*- dijo el dragón con voz robótica.

¿dijo? No. La voz sonó en mi cabeza. ¿esa criatura me estaba hablando a través de los pensamientos? Después de lo que estaba viendo, no lo dudaba.

- ¡despierta por favor, despierta por favor!- me pedí mientras pateaba el acristalado techo del edificio.

*cuidado, romperás el cristal y te caerás*- me advirtió.

No me lo podía creer.
Del cuello del extraño robot salió un artefacto que parecía una "lente radar", y que se autocolocó sobre el ojo-cámara derecho del robótico animal.
A mí se me escaparon un par de lágrimas frías.

- ¿los dragones habláis a través de la mente?- pregunté cogiendo aire por la nariz.

La criatura me transmitió una simpática risa.

*no soy un dragón. Soy un Extarida, una criatura mitológica robot. *

- ¿así os llamáis los dragones robóticos?

El hermoso y brillante ser asintió.

- co... Emm. ¿cómo te llamas?- pregunté aún sin creer lo que hacía.

*mi nombre es Milenium, soy el Extarida Protector  de Vitality Clott, la chica que te ha hecho venir aquí*

- ¿Vitality? ¡Vitality!- grité de alegría. - ¡Milenium, llévame con ella!

                                           

MENTAL: THE WORLD ©    #2doPuestocienciaficciónUpAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora