CAPITULO IV

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Mientras la policía sacaba el cuerpo de Juan, Vera lloraba desconsolada en el mueble, yo la verdad no tenia mucho que decirle, estaba conmocionada, solo podía darle mi apoyo, en cierta forma sentía que todo era mi culpa. Al cabo de un rato se nos acerco un oficial y nos explico que juan tenía un golpe en la parte trasera de la cabeza y nos menciono que continuarían la investigación.

Vera y yo estábamos trasnochadas y muy asustadas, lo de juan nos había afectado demasiado, yo había relacionado todo con la foto. Estuve unos días buscando en internet sobre apariciones y espiritismo pero la búsqueda no dio resultado. A pesar de que nunca fui creyente de fantasmas y esas cosas pensé que lo mejor seria deshacerme de esa foto; Vera y yo decidimos arrojarla a un rio no muy lejano de la casa, en camino regreso a casa noté que Vera no estaba de muy buen humor, me pregunté si estaba molesta por lo ocurrido anteriormente, me armé de valor para aclarar las cosas.

-Vera, me preocupa tú actitud, y debo confesar que me siento muy mal por todo lo que sucedió, siento que todo esto ha sido mi culpa, si no hubiésemos llamado a Juan nada de esto hubiese ocurrido.

-Esta bien, no tienes por que preocuparte, si estaba un poco molesta al principio pero no tienes la culpa de nada Ken, sea lo que sea que haya ocurrido ambas estamos metidas en esto – Respondió con una pequeña sonrisa en sus labios

No tenia nada que decirle a Vera, solo pude abrazarla muy fuerte, justo en ese momento descubrí lo buena amiga que era. Tomamos nuestras cosas de su casa y nos fuimos a la mía, ya que ninguna de las dos nos sentíamos cómodas regresando al lugar donde por mi culpa Juan había sido asesinado. Ambas dormimos en mi habitación para sentirnos más seguras, porque a pesar de que la foto no estaba, aun había peligro.

A media noche escuche un ruido, pensé que podría ser el viento, así que no le di mucha importancia. Pero al cabo de un rato escuche un algo en la cocina, tomé el paraguas y me fui a echar un vistazo, a penas salí de la habitación otro ruido llamó mi atención, este provenía del piso de arriba. Subí las escaleras apoyándome de la pared, cada paso que daba aumentaba mas mis nervios y al llegar al ultimo escalón me di cuenta que ya era muy tarde para ir por Vera. El pasillo estaba muy oscuro, lo único que veía era la luz del baño, por un segundo algo tapó la luz, una sombra, alguien había pasado. Traté de hablar para saber si había alguien en el baño, pero los nervios no me dejaron pronunciar ni una palabra, seguí caminando a lo largo del pasillo, mis manos sudaban y me temblaban, entré al baño y el escenario que veían mis ojos era el de siempre.

No había nadie en el baño, por un momento sentí que estaba alucinando, podía ser porque no había dormido en todos estos días debido al remordimiento de conciencia por lo ocurrido con Juan. Abrí el gabinete del baño y tomé una pastilla para poder dormir, cuando cerré el gabinete solté un grito, la imagen que estaba detrás de mi en el espejo era la del Señor Juez. La puerta se cerró de golpe, el paraguas se resbaló de mis manos yo me encontraba paralizada ¿Me habría oído Vera? Como pude lancé otro grito desesperado, intenté escapar por la ventana pero esta no abría.

-¿A dónde vas?- me preguntó una voz ronca, que supuse era la del Señor Juez, yo asustada no podía responder, mis ojos se llenaron de lagrimas, comencé a gritar el nombre de Vera pero no dio resultado.

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