CAPITULO VIII

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Me despertó un fuerte golpe en la puerta, entré en pánico ¿alguien trató de entrar a la habitación?, me asomé un poco para ver qué había ocurrido, era Vera, estaba tendida en el suelo, y la biblia de la habitación estaba a un lado de ella, pero ¿qué hacía allí?

Acudí rápidamente a donde estaba Vera, a pesar de que habíamos peleado, era mi mejor amiga y tenía que ayudarla. La llamé repetidas veces y sujete su cabeza, pero sentí la mano mojada y cuando me vi era sangre. Me asusté e intenté despertarle, pero no dio resultado así que decidí echarle un vaso de agua en la cara, lo que la hizo despertar. Estaba confundida, la ayudé a incorporarse y la senté en la cama.

- Ken dime por favor que viste que pasó- dijo agitada

- No Vera, desperté cuando te caíste

- No me caí, alguien me golpeo -se tocó un poco la cabeza

- Vera... ¿Estás pensando lo mismo que yo?

-Creo que sí... De hecho recuerdo haber visto la fotografía en la puerta

- Vera ya en serio esto me preocupa muchísimo, no sé qué podemos hacer, no creo que la policía nos crea...

- Ken... Lo lamento, no debí haber dudado de ti, es que todo era muy confuso -sus ojos se cristalizaron - estoy muy asustada

- Tranquila Vera te entiendo, desde afuera yo tampoco lo creería -le dije abrazándola fuertemente.

Le ayudé a limpiar le herida y le coloqué una pequeña venda en la cabeza. Nos pusimos a arreglar las cosas para el viaje, guardé mi diario en mi bolso de mano antes de que Vera pudiese verlo. Pasamos un poco nerviosas los últimos días pero por fin íbamos de regreso. Vera volvió a su casa y yo a la mía.

Al cabo de una semana Vera y yo habíamos acordado ir juntas al cementerio a llevarle flores a Juan y al Señor Juez. Se nos había hecho tarde, decidimos volver porque estaba oscureciendo y la neblina estaba muy densa, además a Vera no le gustaba manejar de noche.

Saliendo del cementerio caímos en un hueco debido a que no se podía ver bien el camino por la niebla. Nos bajamos del auto y notamos que el neumático estaba averiado. Vera maldijo y me pidió que fuese a dar una pequeña vuelta por los alrededores a ver si había alguien que nos pudiese ayudar.

Caminé un poco pero no podía ver más allá de dos metros, así que decidí volver, el auto tenía la cajuela abierta y Vera estaba cambiando el neumático, me pidió que buscase una linterna en la cajuela. Cuando sacaba la linterna escuche desde los árboles que alguien me hizo "ptsss", me giré aterrada hacía los árboles encendiendo la linterna y vi una silueta corriendo.

- Ken apúrate, tengo frío y quiero irme- gritó Vera desde la punta del auto

- Vera acabo de ver una sombra, debemos irnos- dije caminando hacia ella.

Le alumbre y le terminé de ayudar, nos fuimos lo más rápido posible. Llegamos en un abrir y cerrar de ojos a la ciudad, ella me dejó en la puerta de la casa y se fue. Tiré mi bolso en la habitación y fui a tomar una ducha caliente y me acosté.

Al día siguiente saqué las cosas de mi bolso y me preocupé al no encontrar mi diario, decidí buscar en toda la casa, pero estaba segura de que lo había dejado en mi bolso, incluso llamé a Vera.

- Vera ¿no viste una libretita en tu auto?

- Nop, de hecho estoy lavando el auto y no hay nada, ¿era algo importante?

- No, no era nada importante, un simple cuaderno, gracias.

Pasé el día entero tratando de recordar donde la pude haber dejado, se había hecho de noche y estaba muy cansada, la seguiría buscando en la mañana. Fui a la cama y me recosté, pero a media noche un fuerte dolor en los brazos me hizo despertar, cuando me los vi tenía un montón de cortadas pequeñas que dolían mucho.

Fui corriendo al baño a lavarme y me puse unas vendas, tenía mucho miedo ¿qué me pudo haber pasado? ¿El Señor Juez habría regresado? Me dirigí a la sala a llamar a Vera pero cuando encendí la luz quedé paralizada por lo que vi. El Señor Juez estaba sentado de piernas cruzadas en el sofá, me dedicó una amplia sonrisa, un poco macabra.

- Kendall, debes poner un poco más de tu parte, sabes que no deberías estar aquí ¿no?- dijo él, mis ojos se llenaron de lágrimas, estaba temblando del miedo, la voz no me salía- ven siéntate aquí a mi lado como solías hacerlo.

Le hice caso para evitar que se molestase y me senté a su lado, él no paraba de mirarme.

- Cierra los ojos Ken e imagina que estoy contigo de nuevo- dijo

- Pe..pero estas aquí conmigo- dije tartamudeando y el soltó una pequeña carcajada

-Solo ciérralos Ken- los cerré.

Lo único que recuerdo después de eso fue haber despertado en la sala de mi casa. Tenía que llamar a Vera, necesitaba contarle lo que había pasado, pero ni el teléfono de su casa ni su celular tenía línea. ¿Sería cierto lo que estaba pensando? ¿El Señor Juez había ido por Vera?

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